Lo que ha convertido a Ramsay en protagonista principal de la trama de conspiraciones, misterios y sociedades secretas de su época son dos discursos pronunciados en el seno de la francmasonería francesa. El primero, en la logia de San Juan el 26 de Diciembre de 1736 y el segundo –al que nos referiremos específicamente- en 1737 en la Gran Logia. En ellos remontaría el origen de la francmasonería a la época de las cruzadas, ligándola taxativamente con la nobleza cristiana que conquistó la Tierra Santa. Ambos discursos reivindicaban el vínculo y la responsabilidad de los escoceses en la custodia de una antigua tradición a través de los siglos; una tradición que –según su juicio- debía encontrar en Francia su restauración definitiva.
Ramsay y sus hermanos escoceses creían sinceramente que en Francia podía restaurarse la antigua orden. Una Orden Real, heredera de las glorias más sublimes de la cristiandad... ¡Una Orden que reviviera el ideal de la caballería cruzada para unirlo a una nueva moral, una nueva ciencia, un nuevo hombre! Una Orden abrazada por la nobleza, sostenida por la alta burguesía, insuflada por la fuerza de las nuevas ideas, imbuida de la verdadera filantropía: la piedad y el amor de los caballeros de Cristo. Una Orden Real que tuviese al propio rey como su Gran Maestre.
¿No era acaso el Imperio Franco la cuna de los francmasones? Bajo los estandartes de las casas de Lorena, Normandía y Tolosa habían partido los ejércitos de la primera gran cruzada. Francia había sido la cuna de Hugo de Payns y de sus hermanos templarios antes de que San Bernardo les diera la regla que los convertiría en “militia christi”.
El noble auditorio que escuchaba a Ramsay –más de doscientos de los más ilustres caballeros de Francia- se sentía heredero de los constructores de las primeras catedrales, pero mucho más de aquellos hombres que habían reconquistado Jerusalén y fundado la Orden de los Caballeros Templarios. Para Ramsay, ambas instituciones -canteros y templarios- eran el corazón y el cerebro de la francmasonería (1)
I.- “El mundo entero no es más que una gran República, en la cual cada nación es una familia y cada individuo un niño. Nuestra sociedad se estableció para hacer revivir y para propagar las antiguas máximas tomadas de la naturaleza del hombre. Queremos reunir a todos los hombres de mente preclara y de humor agradable no sólo mediante el amor por las bellas artes, sino además mediante los grandes principios de la virtud; en ellos, el interés por la confraternidad se vuelve interés por todo el género humano, por su medio todas las naciones pueden obtener conocimientos sólidos y todos los súbditos de los diferentes reinos pueden cooperar sin celos, vivir sin discordia y quererse mutuamente sin renunciar a su patria”. Además, “Nuestros ancestros, los Cruzados, procedentes de todos los lugares de la cristiandad y reunidos en Tierra santa, quisieron de esta forma agrupar a los súbditos de todas las naciones en una sola confraternidad. Qué no le debemos a estos hombres superiores quienes, sin intereses vulgares y sin escuchar el deseo natural de dominar, imaginaron una institución cuyo único fin es reunir las mentes y los corazones con el propósito de que sean mejores. Y, sin ir contra los deberes que los diferentes estados exigen, formar con el tiempo una nación espiritual en la cual se creará un pueblo nuevo que, al tener características de muchas naciones, las cimentará todas, por así decirlo, con los vínculos de la virtud y de la ciencia”
II.- Hace derivar los grados o categorías profesionales masónicas de la jerarquía de los cruzados: “no nos limitamos a las virtudes puramente civiles. Tenemos entre nosotros tres categorías de hermanos: principiantes o aprendices, compañeros o profesos, maestros o perfectos. A los primeros les damos a conocer las virtudes morales y filantrópicas, a los segundos las virtudes heroicas; a los últimos las virtudes sobrehumanas y divinas. De manera que nuestra institución encierra toda la filosofía de los sentimientos y toda la teología del corazón”. Explica los deberes de todos ellos.
III.- La masonería es heredera de los secretos de la antigüedad: “Tenemos secretos: son signos figurativos y palabras sagradas que constituyen un lenguaje a veces mudo y a veces muy elocuente, con el fin de transmitirlo a grandes distancias y reconocer a nuestros hermanos sin importar su lengua o país... Estos signos y estas palabras nos recuerdan un aspecto de nuestra ciencia, una virtud moral o un misterio de la fe”. Y más concretamente, “las famosas fiestas de Ceres en Eleusis, de las que habla Horacio, así como aquellas de Isis en Egipto, de Minerva en Atenas, de Urania entre los Fenicios y de Diana en Escitia tenían relación con nuestras solemnidades. En estas fiestas se celebraban misterios donde se podían encontrar muchos vestigios de la antigua religión de Noé y de los patriarcas”.
III.- El masón ha de ser educado a traves de las siete Artes liberales: “La cuarta cualidad que se requiere para entrar en nuestra Orden es el gusto por las ciencias útiles y por las artes liberales de todo género... Todos los Grandes Maestros de Alemania, de Inglaterra, de Italia y de toda Europa exhortan a todos los eruditos y a todos los artistas de la confraternidad a unirse con el fin de proveer la documentación para un Diccionario universal de todas las artes liberales y de todas las ciencias útiles, con la única excepción de la teología y la política. Ya se ha comenzado la obra en Londres”.
IV: Orígenes prestigiosos de la masonería: Explica los orígenes de la Masonería resumiendo lo ya dicho en el anterior discurso y añadiendo que “Los reyes, los principes y los señores, regresando de Palestina a sus países, establecieron diferentes logias. Desde la época de las últimas cruzadas ya se observa la fundación de muchas de ellas en Alemania, Italia, España, Francia y de allí en Escocia, a causa de la íntima alianza que hubo entonces entre estas dos naciones... Jacobo Lord Estuardo de Escocia fue Gran Maestro de una logia que se estableció en Kilwinning en el oeste de Escocia en el año 1286, poco tiempo después de la muerte de Alejandro III rey de Escocia, y un año antes de que Jean Baliol subiera al trono. Este señor escocés inició en su logia a los condes de Gloucester y de Ulster, señores inglés e irlandés”.
A diferencia de la primera versión, el tema dominante no es ya el esoterismo del libro del rey Salomón heredado por los masones. Ahora ramsay insiste en otros aspectos:
a) Origen monástico-militar de la masonería. Mientras en el discurso de 1736 Ramsay situa el origen de las logias masónicas de San Juan en la época de las cruzadas y concretamente en los constructores de catedrales góticas herederos de la tradición salomónica, en la versión de 1737, menciona a “nuestros antepasados los cruzados” y el esoterismo de las catedrales góticas que no surge en París, sino en Palestina, en las construcciones edificadas por los cruzados. La prueba de ello es que todavía se conserva el nombre de logia de San Juan en recuerdo de la orden de San Juan de Jerusalén, denominación de la antigua orden del Hospital. Y que los tres grados masónicos proceden de los tres grados de las ordenes monástico-militares como el temple; novicio, profeso y perfecto. Pero Ramsay se equivoca dado que el arte gótico no se origina en Palestina sino en París. La denominación de logia de San Juan no procede de la orden de San Juan de Jerusalén sino de San Juan Bautista como precursor de Jesucristo. Y los tres grados ya están mencionados en la antigüedad, por ejemplo Filón y la Iglesia primitiva.
En todo caso, conviene advertir que Ramsay no menciona expresamente a los templarios.
b) El conocimiento universal. Ramsay sustituye la búsqueda del esoterismo salomónico por el proyecto de elaboración de un diccionario enciclopédico universal. Para ello hace un llamamiento a los masones para colaborar en este diccionario enciclopédico que refleje todo el saber de las bellas artes, las ciencias útiles y las artes liberales. Esta división de las bellas artes en ciencias útiles y artes liberales la toma de la Nueva Atlántida de Francis Bacon. Y la idea de un diccionario enciclopédico también es tomada del mencionado Bacon.
c) El pacifismo de la masonería. Para Ramsay la masonería es esencialmente humanista, por lo que su filosofía es medio para superar las diferencias teológicas o religiosas, las desigualdades sociales, conflictos políticos internos o internacionales, las guerras, etc.
Está muy influido por la Nueva Atlántida de Francis Bacon. Esto supone que en el discurso de 1836 basado esencialmente en la existencia de un esoterismo salomónico, queda minimizado para acentuar como fines de la masonería su vocación universalista, humanista y de contribuir al conocimiento. Según Negrier (p. 323), este cambio se debió a que en 1736 los masones destinatarios del discurso de la logia parisina estaba compuesta mayoritariamente por anglosajones conocedores de la obra de Bacon y por tanto era redundante toda referencia a su pensamiento. Pero en 1737 la logia está compuesta por una mayoría de franceses poco familiarizados con las ideas de Bacon y los Antiguos Deberes, lo que explica la introducción del tema de la herencia medieval caballeresca de la masonería tan al gusto de la aristocracia francesa.(2)
Notas:
(1) Discurso del Caballero Ramsay (1737) Ambas versiones han sido publicadas y comentadas por P. Négrier, Textes fondateurs de la Tradition maçonnique, Paris, 1995, pp. 305-335. Traducción al español: Nadia Citon y Jamileth Brenes
https://www2.uned.es/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/3documentos_fundacionales/discursos%20Ramsay%201736-1737.htm
(1) El Otro Imperio Cristiano, De la Orden del Temple a la Francmasonería, Capítulo VIII. Ramsay y la Tradición Escocesa, cap 5. La hora del caballero Ramsay Autor Eduardo Callaey
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