lunes, 28 de diciembre de 2020

EL RITO ESCOCÉS RECTIFICADO UNA MIRADA SINGULAR DENTRO DE LA MASONERÍA / GPDH


En distintas ocasiones hemos hablado de las particularidades del Rito Escocés Rectificado; de sus orígenes distintos a los de las Constituciones de Anderson de 1723, consideradas como fundacionales de la masonería especulativa. De su indiscutible carácter cristiano que hace, que solo puedan acceder a la Masonería Rectificada, cristianos bautizados; de la Orden de caballería que la culmina y dirige.

Hoy quisiera hablaros de otro aspecto, en absoluto desdeñable y que acentúa dicha singularidad, me atrevería a decir, casi, por encima de cualquier otro rito que configura el elenco de ritos masónicos, y que hace del Rito Escocés Rectificado que sea único y en absoluto comparable con cualquier otro rito masónico conocido y existente.

Todos vosotros, Q. .Q. .H. .H. . sois perfectamente capaces de distinguir entre la masonería histórica de oficio u Operativa compuesta por los gremios de constructores que llenaron Europa de magníficas catedrales y construcciones hasta, bien entrado el siglo XIV; y la masonería Especulativa que ha llegado hasta nosotros, creada o (re)creada entre los siglos XVII y XVIII.

No entraré a glosar la masonería histórica o sus orígenes, etapa que, por otra parte, otros han estudiado mejor que yo, como el mismo R.H. Eduardo R. Callaey, ni me enzarzaré tampoco en discusiones sobre si la masonería escocesa es más antigua que la inglesa, que se quiere surgida en 1717 con la creación de la Gran Logia de Londres. En primer lugar, porque ya he dado mi opinión en anteriores ocasiones y escrito sobre el particular, y porque haciendo un juego de palabras, podría decir: historiadores “tiene la iglesia”, que han puesto de manifiesto la primacía de la masonería Especulativa escocesa estuardista, anterior a la inglesa y el contexto en que surgieron ambas, como es el caso del autor (y Hermano en masonería) André Kervella, en diversas de sus obras.

Centraré pues mi exposición del día de hoy en ese otro aspecto a que antes me refería y que hace del Rito Escocés Rectificado un rito masónico único e incomparable a cualquier otro.

Ese otro aspecto consiste en que la Orden Rectificada es una vía iniciática, y ello de manera rotunda y singularmente diferenciada.

Ante tal afirmación, se me podría responder: Que toda la Masonería es iniciática, o al menos así se dice.

Ciertamente, la mayoría de Obediencias masónicas especulativas, con indiferencia de tendencias y del rito(s) masónico(s) que practiquen se dicen iniciáticas. Este “subtítulo” con el que todas las Ordenes masónicas gustan de “adornarse”, merecería ser objeto de debate entre sus máximos responsables para ver lo fundamentado o no de tal afirmación. Lo cierto es que cuando dicho debate se ha puesto encima de la mesa; en España el Centro Ibérico de Estudios Masónicos (C.I.E.M.) lo intentó, finalmente, no pudo llevarse a cabo, siendo eludido por diversas y variopintas razones, que imposibilitaron su realización

Pero ¿qué entendemos -nosotros- por vía iniciática?: es un camino de realización espiritual.

Todos los que estamos participando de esta reunión virtual, conmemorativa de la festividad de San Andrés 2020, Asamblea General de todas las Logias Reunidas y Rectificadas en grado de Aprendiz, somos masones; muchos venidos de otras Obediencias y ritos que no el R.E.R. y otros que habéis nacido a la Masonería en el Rito Escocés Rectificado. Pero en cualquiera de los dos casos tenéis idea de “otras masonerías” que la nuestra, aunque sea por reportajes o series televisivas (no hace mucho se exhibía una serie sobre la masonería inglesa en Netflix: “La masonería: Pasado, presente y futuro” 2017) que resultaría muy ilustrativa de lo que estamos exponiendo.

Cualquiera que haya visto dicha serie u otra parecida, habrá podido darse cuenta que la masonería que allí se nos presenta: de fastuosos desfiles, ricas decoraciones y magníficas regalías, es otra cosa muy distinta al camino de interioridad a que nos invita la noción de vía iniciática a que me estoy refiriendo.

Por otro lado, esas mismas Obediencias masónicas, sean estas de la tendencia inglesa o liberal, a la pregunta de ¿Qué es la masonería?, responden a coro que: es una escuela de ética y moral. En esta respuesta pueden coincidir tanto la Gran Logia Unida de Inglaterra como el Gran Oriente de Francia, con la diferencia que los primeros se declararán teístas, mientras que los segundos adalides de la tendencia liberal, abogarán por la “libertad absoluta de conciencia”.

Luego, nos preguntamos, si realmente la masonería es una escuela de ética y moral, ¿para qué son necesarias las ceremonias y seguir un ritual preciso? ¿Qué sentido tiene? Para aprender ética y moral, tenemos las escuelas de filosofía y las universidades ¿para qué entonces la Masonería?

Si de lo que se trata es de desfiles fastuosos y engalanados. En España tenemos las comparsas de moros y cristianos, en todo el litoral del Levante mediterráneo, que por primavera conmemoran las luchas de la Reconquista en territorio hispano, que no tienen nada que envidiar en fastuosidad y majestuosidad a los desfiles masónicos y además son mucho más divertidos y amenos, terminando todos ellos por un gran banquete.

Me atrevería a remachar el clavo, diciendo: la Orden Masónica, o es iniciática o no será.

También he leído en alguna parte, que la Masonería tiene por misión: “preparar la concordia universal, mejorando tanto al hombre como a la sociedad”. Definición un tanto vaga y poco precisa, pero que podríamos dar por buena o cuando menos cargada de buenas intenciones.

Pero a la vista de tal definición de objetivos de la corporación masónica internacional, y teniendo en cuenta que uno de los lemas de la Orden Masonica es Ordo ab Chaos (Supremo Consejo del R.E.A.A.), cuya traducción o aplicación vendría a ser: llevar orden al caos. Podría llegar a entenderse que la Masonería pretende poner orden en mitad del caos, lo cual, estaría en armonía con la noción de llevar orden al mundo, a la sociedad, la cual, resulta obvio que está necesitada de un cierto orden.

Si nuestros planteamientos son correctos, nos asalta la pregunta, pero si la masonería especulativa existe desde hace casi 300 años (219 para ser exactos, si contamos a partir de la creación del primer Supremo Consejo del R.E.A.A. en Charleston), luego ¿qué se ha conseguido durante todo este tiempo? Además de brillantes desfiles por las calles con los atavíos masónicos y regalar alguna que otra ambulancia a la Cruz Roja.

¿No sería mucho más lógico -más realista y menos ambicioso- que, en lugar de querer cambiar al conjunto de la sociedad, empezáramos por cambiar al individuo? ¿Cómo pretender limpiar el mundo, cuando no hemos sido capaces todavía de barrer y ordenar la propia casa?

Y vuelvo aquí a mi rotunda afirmación anterior: la Orden Masónica, o es iniciática o no será.

Decíamos hace un rato que la Masonería especulativa tal cual la conocemos hoy, surgió en el siglo XVIII, en un momento de gran cambio social en la vieja Europa en que se decidió derribar un ordenamiento y modelo social vigente hasta entonces y que venía funcionando desde la Edad Media, y que supuso un rompimiento que tuvo por hito la Revolución francesa y todas las convulsiones sociales y derramamiento de sangre que conllevó.

Es en este marco y en este contexto y movimiento social que tiene lugar el nacimiento de la actual Masonería especulativa, nacimiento que no fue ajeno al rompimiento del modelo establecido, habiendo masones tanto entre los partidarios de derribar el modelo establecido como entre los defensores.

Y ¿dónde se sitúa el nacimiento de la Orden Rectificada o Rito Escocés Rectificado? A botepronto, si hablamos de Orden Rectificada, ello deja suponer que la Orden masónica ya existía anteriormente y que la misma no debería ser a gusto de todos, cuando necesitaba de una Reforma. Porque el nacimiento del Rito Escocés Rectificado, supuso exactamente esto: una Reforma de la Orden Masónica.

Quizá si echamos un vistazo a algunas fechas, entenderemos mejor la cronología y antigüedad del Rito Escocés Rectificado en relación a otros ritos y sistemas masónicos.

- 1717 creación de la Gran Logia de Londres

- 1723 promulgación de las Constituciones de Anderson

- 1782 Wilhelmsbad (Alemania) aprobación de los 2 Códigos (Constituciones) así como de los rituales (del 1º hasta el 6º). Nacimiento del Rito Escocés Rectificado.

- 1785 Aparición en Francia del Regulateur du Maçon que venía a dar forma al conjunto de ritos masónicos practicados en Francia (otros que el R.E.R.) y que hoy conocemos como Rito Francés

- 1789 Revolución francesa / Declaración de los Derechos del Hombre

- 1801 creación en Charleston del primer Supremo Consejo del R.E.A.A. (33 grados)

- 1813 creación del Rito de Emulación o conciliación en Inglaterra después de casi 60 años de disputas entre los Antiguos y los Modernos


Con un simple vistazo podemos echar cuenta que el rito masónico más antiguo con sus rituales aprobados (e impresos [los 2 Códigos y los primeros 4 grados], pues para evitar cambios e innovaciones, se hicieron imprimir entre agosto-septiembre de 1782) es el Rito Escocés Rectificado.

Como continuación a dicha ojeada, y si tenemos en cuenta que el Rito Escocés Rectificado nació como una Reforma (concretamente de un rito conocido como la Estricta Observancia templaria) habremos de concluir que los ritos hasta entonces conocidos no servían o eran útiles a los propósitos que la Orden Masónica se había establecido.

Y aquí llegamos a lo que singulariza y diferencia el Rito Escocés Rectificado de cualquier otro rito o sistema masónico conocido: está concebido como una vía de progresión iniciática, dentro del marco de la religión cristiana.

¿Qué entendemos por vía iniciática? Pues un camino de interioridad y maduración personal concebido para conseguir una transformación del individuo que le lleve a una reorientación y reconsideración de sus relaciones para con Dios, la Creación (la naturaleza, el entorno y el Universo) y para con sus semejantes (el prójimo) a partir de esa misma interiorización y reencuentro de esa imagen de Dios en uno mismo. Un proceso auténticamente iniciático que lo ha de llevar al cambio y transformación de sí mismo, en primer lugar, para como miembro de la sociedad y del mundo, propiciar una sociedad más justa y equitativa -en la medida de sus posibilidades y capacidades- de la sociedad de la que forma parte.

¿Cómo se lleva a cabo dicha transformación? Mediante una metodología iniciática y progresiva, desplegada a lo largo del conjunto de nuestros rituales e Instrucciones (presentes en cada grado) en que, de alguna manera, las instrucciones presentes en un grado explican y justifican el precedente, actuando el primer grado de Aprendiz como sumario o compendio de todo el trabajo a realizar, y así sucesivamente hasta el final del primer ciclo (nuestra Clase Simbólica en 4 grados) y luego en la Orden Interior de caballería. Evidentemente, el trabajo [el proceso de interiorización] a realizar es un trabajo de tipo espiritual.

De hecho, la práctica ritual y la reflexión necesaria sobre nuestros textos [exhortaciones de quien dirige nuestras ceremonias y liturgias] así como de las Instrucciones que antes hemos mencionado, constituirían una modalidad de “ejercicios espirituales” (los Jesuitas han desarrollado su modalidad propia a partir del trabajo de san Ignacio de Loyola), teniendo todo ello como guía la doctrina ecuménica de la Iglesia cristiana, que nos guarda de interpretaciones erróneas o desviadas, que pudieran tener lugar en una mala lectura de la noción de Iniciación y esoterismo cristiano, proclive a interpretaciones diversas y que la doctrina ecuménica de la Iglesia cristiana, garantiza su auténtica interpretación.

Así es como se practica, entiende e interpreta el Rito Escocés Rectificado, en tanto vía que vía iniciática de realización espiritual en el seno del GRAN PRIORATO DE HISPANIA en España e Hispanoamérica, tanto en sus Logias de la Clase Simbólica como en los Capítulos de la Orden Interior de caballería.

No obstante, dicha práctica no siempre es así en otras jurisdicciones practicantes del Rito Escocés Rectificado, tanto en España como en otros países. Lo que sí nos comprometemos los Dirigentes del Gran Priorato de Hispania, es que las condiciones en que dicha práctica del Rito Escocés Rectificado en toda nuestra jurisdicción, se haga de acuerdo a estas condiciones y con esta interpretación que aquí he expresado.

Larga vida al Rito Escocés Rectificado, larga vida al Gran Priorato de Hispania, por el bien del hombre, y de toda la humanidad.

San Andrés 2020

GRAN PRIORATO DE HISPANIA

Directorio General de las Logias Escocesas Reunidas y Rectificadas

5 de diciembre de 2020

Gran Cancillería de la Orden









 

 

 

 

 

 

domingo, 20 de diciembre de 2020

Navidad, Cristo nace en nosotros / GPDH



La adoración de los magos", 1526. Oleo sobre madera. Quentin Metsys

En los últimos años la Navidad se ha convertido en una fiesta del consumo, a lo mucho una fiesta familiar que a veces logra congregar a las familias y unirlas en sentimientos de generosidad. No está de más recordar -pese a que la modernidad ha desprestigiado al cristianismo- el sentido de la Navidad, que no es sólo la fiesta que celebra el nacimiento de Cristo, sino que en el sentido místico que le dieron los Padres de la Iglesia es la fiesta de la theosis, del nacimiento de Dios en el ser humano, en la humanidad y en cada persona.

Orígenes, el más grande exegeta en la historia del cristianismo, escribió: "¿Pues qué bien te hace a ti si Cristo alguna vez se encarnó si no se encarna también en tu alma? Oremos para que su venida tome lugar en nosotros diariamente para que podamos decir: "Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gálatas II, 20). Y luego el padre alejandrino cita el Cantar de los Cantares: "y las vides en flor han esparcido su fragancia" (Ct II, 13). Lo cual, señala, es algo que todos debemos hacer, como vides particulares en las que la divinidad fructifica "una y otra vez", esparciendo esa "fragancia con la que Dios el Creador" dotó al mundo desde el principio.

Esta tradición mística que nace en San Pablo, del nacimiento incesante de Jesús en el alma -es una especie de kénosis y autonegación para hacer espacio, que es una especie de arar la tierra y regarla con agua viviente-, continúa desde Orígenes hacia los Padres griegos y latinos y arriba en la flor del misticismo alemán: Meister Eckhart, el cual escribe: "Todos estamos llamados a ser madres de Dios. ¿Pues qué bien me hace a mí si el eterno nacimiento del Hijo divino ocurre incesantemente, pero no ocurre dentro de mí? Y, qué bien me hace a mí si María está llena de gracia pero yo no estoy también lleno de gracia? ¿Qué bien me hace a mí si el Creador da a luz a su Hijo pero no lo da a luz a él en mi tiempo y en mi cultura? Esto es, entonces, la plenitud del tiempo: cuando el Hijo del Hombre es engendrado en nosotros".

¿Cómo hacer que Cristo nazca en ti? ¿O que lo divino aflore? Abriéndonos al misterio de su divino nacimiento en nosotros a través del anonadamiento personal para que nazca "el Dios con nosotros", el Emmanuel. "Conviene que yo disminuya y Él crezca" (Jn III, 30). Tomar conciencia de que somos nada ante la presencia del que es todo. Rendir nuestro yo y dejar de querer ser para configurarnos por un modo de existir que, siendo aparente disminución, es la única manera de crecer y de acceder al Ser. Es el abandono total en Dios y la plena confianza en la divina Providencia. Humildad que se hace grandeza, pobreza que se convierte en riqueza, vacío que se transforma en plenitud, muerte que engendra vida: "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (San Atanasio).

Desde esta Gran Capellanía os queremos desear a todos vosotros y a vuestras familias, una Feliz Navidad y un próspero Nuevo Año 2021 lleno de paz y de bendición.





lunes, 14 de diciembre de 2020

El testigo de Dios / Santo Tomás de Aquino

 

https://revistafeyrazon.wordpress.com/2000/01/01/santo-tomas-de-aquino-1225-1274


Toda criatura está llamada a dar testimonio de Dios ya que toda criatura es como una prueba de su bondad. La grandeza de la criatura atestigua, a su manera, la fuerza y la omnipotencia divinas, y su belleza es testimonio de su divina sabiduría. Algunos hombres reciben de Dios una misión particular: dan testimonio de Dios no sólo desde el punto de vista natural, por el simple hecho de existir, sino más bien de una forma espiritual, por sus buenas obras...No obstante, aquellos que no se contentan con sólo recibir los dones de Dios y obrar rectamente, sino que comunican estos dones a los demás por la palabra, exhortando y dando ánimos a los otros, son testigos de Dios de una manera todavía más excelente. Juan es uno de estos testimonios. Ha venido a extender los dones de Dios y anunciar su alabanza.

Esta misión de Juan, el papel de testimonio, es de una grandeza incomparable ya que nadie puede dar testimonio de una realidad sino en la medida en que participa de ella. Jesús dijo: “Hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto.” (Jn 3,11) Quien da testimonio de la verdad de Dios conoce esta verdad. Por esto, el mismo Cristo desempeñó el papel de testigo. “...para eso nací y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad.” (cf Jn 18,37) Pero Cristo y Juan desempeñaron esta misión de manera distinta. Cristo poseía en sí mismo esta luz. Más aún, él era esta luz, mientras que Juan participaba de ella. Cristo da un testimonio acabado, manifiesta perfectamente la verdad. Juan y los otros santos lo hacen en la medida que reciben esta verdad.

Misión sublime, la de Juan ya que implica su participación en la luz de Dios y su semejanza con Cristo que también cumplió esta misión.


NOTAS:

https://evangeliodeldia.org/SP/gospel

Santo Tomás de Aquino (1225-1274)

dominico, teólogo, doctor de la Iglesia

Comentario sobre el evangelio de Juan 4, 1


lunes, 7 de diciembre de 2020

RÉGIMEN ESCOCÉS RECTIFICADO HOY / GPDH

  


El Rito Escocés Rectificado llegó por vez primera a España, al igual que la Regularidad masónica internacional, en el año 1982, cuando se creó la Gran Logia de España, siendo uno de los tres ritos constitutivos. En esa época, la estructura actual del Régimen Escocés Rectificado no se respetaba, siendo practicados los tres grados azules de Aprendiz, Compañero y Maestro en el seno de la Gran Logia de España (de acuerdo al criterio de regularidad establecido por Inglaterra), y quedando cercenado el cuarto grado de Maestro Escocés de San Andrés y sus logias verdes, que dependían de un Directorio del Gran Priorato de las Galias en Francia.

Este modo de funcionamiento por separado de las logias de San Juan y San Andrés, tan íntimamente unidas, representa una aberración y un atentado a la coherencia y estructuras del Régimen Escocés Rectificado, concebidas en el Código fundacional para el funcionamiento de las Logias Reunidas y Rectificadas de 1778, constituyendo en realidad dicha separación una total irregularidad desde la óptica de la Masonería Rectificada.

Sin embargo, esta situación de división subsistió para el Régimen Escocés Rectificado en España hasta el 1º de enero del año 2003, a imagen de la situación vivida en Francia entre la Gran Logia Nacional Francesa y el Gran Priorato de las Galias (legítimo y legal detentor del R.E.R.) que se encontraba ligado con la G.L.N.F. por una Convención desde el año 1958, Convención que fue rota arbitrariamente y sin previo aviso por ésta última en el año 2000, lo que permitió recuperar al Gran Priorato de las Galias su estructura original concebida en los Códigos de 1778.

Mientras tanto, en la península ibérica, y vinculados todavía a la Gran Logia de España, la Orden Rectificada proseguía su camino con grandes dificultades al tener que desarrollarse en un marco que no era el suyo, y en un entorno que no entendía ni quería su naturaleza. Finalmente, el 22 de marzo de 1993, el Gran Priorato de las Galias, a solicitud de un grupo de C.B.C.S. españoles, otorgó Carta Patente para la constitución de logias Rectificadas de San juan y San Andrés, así como Prefecturas y Encomiendas de la Orden Interior de caballería, constituyéndose de hecho un Priorato para la práctica del Régimen Escocés Rectificado bajo el nombre de Priorato de Hispania e instalando a su cabeza un Prior.

Así se continuó hasta finales del año 2002, decidiendo el Priorato de Hispania dejar y apartarse de la G.L.E. a partir de 1º de Enero del año 2003, siendo reconocido de inmediato el nuevo organismo para la práctica del Régimen Escocés Rectificado por parte del Gran Priorato de las Galias con fecha 13 de enero de ese mismo 2003. Tres meses después, el 5 de abril del 2003, en el castillo de Monzón (Huesca), el G.P.D.G. creaba el Gran Priorato de Hispania y ratificaba al Prior existente como Gran Maestro/Gran Prior, quedando así instaurada toda la estructura necesaria para la práctica Regular del Régimen Escocés Rectificado en tierras hispanas.

RETORNO A LAS FUENTES

En el nuevo Gran Priorato de Hispania, el Rito Escocés Rectificado reencontró su coherencia inicial: cada logia de San Juan quedaba vinculada a una logia de San Andrés, ella misma por su parte vinculada a una Encomienda. El Venerable Maestro y los Vigilantes de una logia de San Juan, pasan necesariamente a ser Maestros Escoceses de San Andrés. En logia de San Juan, todos los Hermanos llevan las decoraciones masónicas de su grado en la Clase masónica, incluidos los Maestros Escoceses con ciertos elementos indicativos su pertenencia a la Orden Interior. En logia de San Andrés, el Diputado Maestro es necesariamente el Comendador de la Encomienda a la que está vinculada su logia Escocesa.

En los límites de cada Provincia, la Orden Interior está dividida en Prefecturas y Encomiendas, y la Orden masónica Rectificada, en Directorios o Regencias escocesas, reagrupando las logias de San Andrés y San Juan.

La Prefectura es dirigida por un Prefecto, reagrupando diversas Encomiendas que reúnen a Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa y a Escuderos Novicios. La Encomienda es dirigida por un Comendador que vela por la formación de los Escuderos Novicios con vistas a su preparación para el Armamento.

El Directorio o Regencia escocesa es dirigida por un Diputado Maestro, que salvo excepción es a la vez el Prefecto. Este a su vez vela por la buena ejecución de los trabajos de las logias de San Andrés y de San Juan de su territorio de acuerdo a las directivas del Gran Maestro y de su Consejo de Gobierno.

Bajo la obediencia del Gran Maestro/Gran Prior, está el Diputado Gran Maestro/Gran Prior Adjunto, que asegura el gobierno de la Orden Rectificada en su ausencia o enfermedad, ejerciendo las funciones de Gran Prior Adjunto en la Orden Interior de caballería, y de Diputado Maestro General de las Logias en la Orden Masónica.

Cada Provincia está directamente vinculada a la Gran Cancillería General, estando bajo la responsabilidad de un Visitador particular o General, que ostenta la representación del Gran Maestro/Gran Prior y teniendo poderes del mismo por delegación.

El Gran Priorato de Hispania reconoce como es natural al Gran Priorato de las Galias, y tiene Tratados de Amistad con otros organismos que practican el R.E.R. y que configuran lo que ha venido a llamarse “la familia Rectificada” entre los que podemos citar:

El Gran Priorato de Lotaringia

El Gran Priorato Independiente de Francia

Gran Priorato Rectificado Independiente de Suiza




NOTAS:

http://rectificado.info/regimen-escoces-rectificado/


domingo, 29 de noviembre de 2020

Mirad las estrellas fulgentes brillar, Himnos de la Liturgia Romana / Tradición Cristiana

 

Finsonius, Ludovicus - La Anunciación 


Mirad las estrellas fulgentes brillar,

sus luces anuncian que Dios ahí está,

la noche en silencio, la noche en su paz,

murmura esperanzas cumpliéndose ya.

 

Los ángeles santos, que vienen y van,

preparan caminos por donde vendrá

el Hijo del Padre, el Verbo eternal,

al mundo del hombre en carne mortal.

 

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,

que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;

abrid corazones, hermanos, cantad

que vuestra esperanza cumplida será.

 

Los justos sabían que el hambre de Dios

vendría a colmarla el Dios del Amor,

su Vida es su vida, su Amor es su amor

serían un día su gracia y su don.

 

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,

los hombres hermanos esperan tu voz,

tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.

Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador.

Amén.


Notas:

 https://mercaba.org/LITURGIA/Adv/himnos_de_adviento.htm Himnos de la Liturgia Romana


lunes, 23 de noviembre de 2020

Realización Iniciática - La Dimensión Cristiana | Pascal Gambirasio d’Asseux



Masonería Cristiana
Trinidad
Autor: Marten de Vos
Amberes - Belgica
Grabado Siglo XV



Pascal Gambirasio d’Asseux
REALIZACIÓN
INICIÁTICA

Y MISTERIO CRISTIANO

Traducción:
Ramón Martí Blanco



REALIZACIÓN INICIÁTICA. LA DIMENSIÓN CRISTIANA



Recordatorio de los fundamentos

Los fundamentos de la fe cristiana son enunciados, con absoluta plenitud, conjugando precisión y concisión, en el Credo, cuya tradición eclesial afirma que ninguno de sus artículos puede ser alterado o modificado, so pena de apostasía.

Nadie que pretenda ser cristiano, nadie que se reclame de la identidad cristiana puede discutir este principio y actuar, como con demasiada frecuencia se puede ver hoy en día, “conservando” algunos de sus elementos y apartando aquellos otros que no le “convienen”, para cambiar de opinión ulteriormente, o incluso dar una explicación absolutamente personal respecto a los términos (en consecuencia a la Fe) de los Padres y de la Iglesia en su totalidad.

Por hablar con claridad, el Credo es “para tomarlo o para dejarlo”, en su integridad y en su integralidad; no es un puesto en el mercado ofrecido al gusto del parroquiano para que escoja según le convenga.

Dicho esto. de manera definitiva, hay que precisar simultáneamente –como ya hemos hecho en el Prefacio- que no existe ninguna contradicción, ninguna “máscara”, falso pretexto o retención mental de ningún tipo entre la enseñanza del Credo y la vía iniciática surgida del esoterismo en el marco evangélico.

Si fuera de otra manera, no estaríamos haciendo otra cosa que una siniestra hipocresía, una verdadera esquizofrenia espiritual o un irrisorio juego de niños rebeldes e inmaduros, actuando como simples perturbadores de un catecismo al que juzgamos demasiado convencional.

No, no existen dos lecturas opuestas, sino una sola lectura. Una, más moral y filosófica, conveniente a la mayoría, exotérica si se quiere. Otra, más metafísica y anagógica, reservada a unos pocos: los auténticos “buscadores”, esotérica por emplear el término que la identifica.

Pero ambas no se niegan entre sí, mejor aún: se integran, es preciso recordarlo, el sentido inmediato y literal –histórico- que algunos espíritus modernos se imponen como un deber rechazar: una vez más el viejo mito pseudocientífico de “mito”... Habría que insistir también sobre este aspecto, en el sentido propio, fundamental.

¿Por qué este acercamiento distinto, estos diferentes niveles de comprensión de las Escrituras?


Masonería Cristiana
Trinidad Trifacial
Grabado finales Edad Media 1492
Autor anónimo


San Pablo nos da la clave cuando evoca los carismas, tan múltiples, tan diferentes y sin embargo tan complementarios entre los cristianos (I Corintios XII, 4-11 y XIV, 1-40) al igual que en la parábola de los talentos (Mateo XXV, 14-30) y la de las minas (Lucas XIX, 11-27). Nadie se sorprende por lo que respecta a las aptitudes profanas, intelectuales y físicas, e incluso de las inclinaciones morales, tan manifiestamente diversas entre los hombres. ¿Por qué pues sorprenderse en lo relativo al ámbito espiritual?

Pero recordémoslo, el Apóstol señala: “Y hay diferencias de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diferencias de ministerios, pero es uno mismo el Señor. Y hay diferencias de operaciones, pero es uno mismo el Dios que lo opera todo en todos. A cada uno se le da la manifestación del Espíritu para lo conveniente” (I Corintios XII, 4-7).

San Pablo, finalmente, precisa que más allá de todos estos carismas particulares, la vía que sobrepasa todos los dones superiores, es la Caridad, también dicha el Amor (Ahavah, en hebreo, Agapè en griego, Caritas en latín) la cual “nunca desfallece” (I Corintios XIII ).

El Amor espiritual, en tanto que es la expresión del ser, su “estado”: de Dios, y a su Imagen y Semejanza, de aquel que el Apocalipsis llama el hombre de deseo, es aquello que es lo más íntimo, lo más interior y, así pues, en sentido etimológico “esotérico”.

No “se explica” ni es explicable, se vive o no se vive: el Amor, incluso en su dimensiónpuramente sentimental, no conoce de exoterismos...

Es por lo que ninguna vía de Conocimiento metafísico no existe sin la Caridad, virtud teologal imprescriptible e inevitable; el cristianismo es la Encarnación, en sentido teológico, de este Misterio; Cristo es su Rostro y el Corazón.

Así pues, es necesario que haya una interioridad real, ya que, en su defecto, es evidente, no habría nada a interiorizar, sino una simple diferencia de “puntos de vista”, incluso una alteración del Dogma mismo. Es todo el drama y la perversidad de las corrientes pseudo-iniciáticas en el Occidente cristiano desde siempre (y el Oriente tampoco se halla exento en la actualidad).

La jerarquía eclesiástica tiene pues todas las razones y el deber de prevenir a los fieles en contra de estas desviaciones que los arrojan a un portento de pacotilla o a prácticas tenebrosas de las que se convierten en inconscientes juguetes.

‘Interiorizar’ significa ir más adelante, más al corazón de la revelación de Cristo y no cambiar de Fe, incluso sin darse uno cuenta, vaciar de sentido una enseñanza, un Dogma –no tengamos miedo de este término: tomado en su sentido primero, es totalmente puro de todas las connotaciones (demasiado) humanas que lo desvían hacia una voluntad de poder e intolerancia.

En sí, se afirma como la manifestación de la Verdad, de esta parte de verdad de la que nos habla san Agustín y que es evocada así por Guénon:

“toda verdad es exclusiva del error, no de otra verdad, o para expresarnos mejor, de otro aspecto de la verdad”. 
Orient et Occident, Éditions

La amplitud de su comprensión solo depende de la capacidad –y del deseo- de los hombres por alcanzar lo que así les es revelado.

Los pocos, a que antes nos referíamos, se explica de este modo. Es el hombre quien escoge abrirse o mantenerse a distancia más o menos lejana de la Palabra de Dios. No es Dios quien los aparta voluntariamente, y nosotros diríamos, arbitrariamente. Pero, como él los conoce “desde el comienzo de los Tiempos”, sabe qué almas seguirán libremente la vía, cuando les sea dado entrar “en el tiempo y el espacio” del mundo sensible y cuales otras se desviarán o se contentarán con bordearla.

Es por lo que, el Evangelio habla de aquellos a los que el Verbo y el Padre han “escogido”. Respecto a la vía iniciática, es justo hablar de la Palabra y las enseñanzas reservadas, así como de los pocos a que van dirigidas. En el seno de la comunidad de los Doce, y bien que es preciso ser muy prudente con lo que vamos a decir, se puede señalar que existía una suerte de distinción de esta naturaleza: lo vemos claramente con Juan el Evangelista (en particular a través del relato de la última cena), con Pedro y Santiago (únicos testigos de la Transfiguración, en compañía de Juan precisamente). Pablo, el Apóstol de los Gentiles, constituye igualmente un ejemplo que nos toca muy directamente puesto que no conoció a Cristo antes de la Crucifixión.

No obstante, no es Dios, el Todo Amor, quien se aparta, sino el hombre que lo esquiva o se ahuyenta, por pereza, indiferencia o por miedo, quizá, de las consecuencias inducidas por una demasiado poderosa radicalización de su camino espiritual. Esta libre orientación de los seres justifica el término de “cualificación espiritual” utilizado para designar el ser que tiene vocación de seguir la vía iniciática, como cuando se habla justamente de la vocación sacerdotal para aquellos que son ordenados presbíteros o toman el hábito monástico.

La luz divina se mantiene, ciertamente, más o menos tamizada, no porque de Dios quiera “burlarse” de los hombres o privilegiar, por predestinación, los unos en detrimento de los otros, sino por delicadeza, habida cuenta de la debilidad del ojo del corazón de cada hombre, a fin de dársela “según su medida y sus medios” que sin embargo sólo son mesurados, que con arreglo a la vara de su propio deseo espiritual.

En contrapartida, la costumbre y el desarrollo de esta capacidad espiritual existen claramente, y he ahí una de las manifestaciones de la divina pedagogía; puede diferir en sus modalidades entre los hombres, sea en singular como colectivamente, por lo demás, actúa según el grado de Amor, así pues, según la voluntad de conocer más intensamente (su Redamatio en términos teológicos) del propio interesado.

En efecto, interiorizar, es co-nacer: identificarse “ontológicamente” con aquello que es entonces “entendido”. No se trata de comprenderlo intelectualmente, sino de vivir de esa Luz recibida; percibir a Cristo, nacer y crecer en uno, según la enseñanza paulina.

En efecto, y sea cual sea la vía espiritual, se trata siempre, no ya de un “saber sobre”, sino de un “vivir en”, dicho de otra manera, no de un saber sobre Jesucristo, sino de un vivir en Jesucristo.

No olvidemos, que incluso para figuras únicas de la Fe como Moisés, por ejemplo, Dios sólo se le muestra “de espaldas” con el fin de no aniquilar a su criatura: “no podrás ver mi faz, pues el hombre no puede verme y vivir (...) al pasar mi Gloria, te pondré en la hendidura de la roca y te cubriré con mi palma mientras paso; luego apartaré mi palma y verás mis espaldas, mas mi faz no se podrá ver” (Éxodo XXXIII, 20-23) o en una brisa ligera, para el profeta Elías (I Reyes XIX, 12). En “visión directa”, tan solo revela lo que el hombre de la Caída, aunque fuera santo, pueda “soportar”.

Únicamente la Revelación cristiana, por el Misterio de la Encarnación del Hijo, permite ver a Dios cara a cara, pero es porque en su Amor infinito, ha tomado rostro humano.

He aquí la respuesta divina al pecado de Adán: a aquel que ha desfigurado la Imagen y Semejanza que era; Dios le devuelve sus rasgos inmaculados a través de los de Jesucristo que desciende para habitar entre “los suyos”. Como el Verbo habita en esta humanidad, dicha humanidad, por medio de la Eucaristía es glorificada en él: a la Inhabitación del Verbo responde la asunción invisible de cada hombre en cada eucaristía en la que comulga.

A través de las modalidades de su Presencia, a través de la enseñanza de su Palabra, Dios da muestras de la misma delicadeza, de la misma ternura y la misma sabiduría que ha manifestado hacia Moisés o Elías y ofrece a cada uno según su medida, según su respuesta a la vocación que él le ha propuesto.

La teología, en particular la teología apofática (volveremos más adelante sobre este término), la ascesis del santo o la enseñanza reservada del iniciado constituyen las pruebas y las vías...



Acerca del Autor

Pascal Gambirasio d'Asseux


Pascal Gambirasio d'Asseux nació en París en 1951. Abogado, se ha dedicado también a la espiritualidad cristiana. Escritor, conferenciante (invitado de France Culture y de Radio Chrétienne Francophone), ha publicado varios libros -que ahora son referencias reconocidas- sobre la dimensión espiritual de la caballería y la heráldica o la ciencia del escudo de armas, sobre la naturaleza cristiana de la realeza francesa y del rey de Francia, así como sobre el camino cristiano de la iniciación como camino de interioridad y de encuentro con Dios: iniciático, de hecho, lejos de las interpretaciones desviadas que han distorsionado su significado desde al menos el siglo XIX, significa al mismo tiempo origen, inicio e interiorización del proceso espiritual para que, como enseña San Anastasio Sinaí, "Dios haga del hombre su hogar". De este modo, quiere contribuir al (re)descubrimiento de esta dimensión dentro del Misterio cristiano, olvidada o incluso rechazada por unos porque está desfigurada por otros.


Masonería Cristiana








sábado, 14 de noviembre de 2020

San Beda el Venerable / Tradición Cristiana Oriental

 





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Historiador y doctor de la Iglesia, nació en 672 ó 673 y murió en 735. En el último capítulo de su gran obra sobre la "Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés", Beda nos contó algo de su propia vida, prácticamente todo lo que sabemos de él. Sus palabras, escritas en 731, cuando su muerte no estaba demasiado lejos, no sólo muestran la sencillez y piedad características del hombre, sino que arrojan luz sobre la composición de la obra por la cual se le recuerda mejor en todo el mundo. Escribió así:

Y es así que, muy interesado en la historia eclesiástica de Bretaña, especialmente en la raza de los ingleses, yo, Beda, sirviente de Cristo y sacerdote del monasterio de los benditos apóstoles San Pedro y San Pablo, el cual se encuentra en Wearmouth y Jarrow (en Northumbria), con la ayuda del Señor he compuesto, cuanto he logrado recabar de documentos antiguos, de las tradiciones de los ancianos y de mi propio conocimiento. Nací en el territorio del monasterio ya mencionado, y a la edad de siete años fui dado, por el interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino Biscop, y después a Ceolfrid, para recibir educación. Desde entonces he permanecido toda mi vida en dicho monasterio, dedicando todas mis penas al estudio de las Escrituras, a observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la iglesia, siendo siempre mi deleite el aprender, enseñar o escribir. A los diecinueve años, fui admitido al diaconado, a los treinta al sacerdocio, ambas veces mediante las manos del reverendísimo obispo Juan [san Juan de Beverley], y a las órdenes del abad Ceolfrid. Desde el momento de mi admisión al sacerdocio hasta mis actuales 59 años me he esforzado por hacer breves notas sobre las sagradas Escrituras, para uso propio y de mis hermanos, ya sea de las obras de los venerables Padres de la Iglesia o de su significado e interpretación.


Después de esto, Beda inserta una lista de Indiculus, de sus anteriores escritos y, finalmente, termina su gran obra con las siguientes palabras:


Y os ruego, amoroso Jesús, que así como me habéis concedido la gracia de tomar con deleite las palabras de vuestro conocimiento, me concedáis misericordiosamente llegar a ti, la fuente de toda sabiduría, y permanecer para siempre delante de vuestro rostro.


Es evidente, en la carta de Beda al obispo Egberto, que el historiador visitaba ocasionalmente a sus amigos durante algunos días, alejándose del monasterio de Jarrow; pero salvo esas raras excepciones, su vida parece haber transcurrido como una pacífica ronda de estudios y oración dentro de su propia comunidad. El cariño que ésta le tenía queda manifiesto en el conmovedor relato de la última enfermedad y la muerte del santo, legada a nosotros por Cuthbert, uno de sus discípulos. Su búsqueda del conocimiento no fue interrumpida por su enfermedad y los hermanos le leían mientras él estaba en cama, pero la lectura era reemplazada constantemente por las lágrimas. "Puedo declarar con toda verdad," escribe Cuthbert sobre su amado maestro, que nunca vi con mis ojos, ni oí con mis oídos a nadie que agradeciera tan incesantemente al Dios vivo. Incluso el día de su muerte (la vigilia de la Ascensión de 735) el santo estaba ocupado dictando una traducción del Evangelio de San Juan. Al atardecer, el muchacho Wilbert, que la estaba escribiendo, le dijo: “Hay todavía una oración, querido maestro, que no está escrita.” Y cuando la hubo entregado, y el muchacho le dijo que estaba terminada, "Habéis hablado con verdad…", contestó Beda, "…está terminada. Tomad mi cabeza entre vuestras manos, pues es de gran placer sentarme frente a cualquier lugar sagrado donde haya orado, así sentado puedo llamar a mi Padre.” Y así, sobre el suelo de su celda, cantando "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo", y el resto, exhaló su último aliento.


El calificativo Venerabilis parece haber sido agregado al nombre de Beda antes de haber transcurrido las dos generaciones posteriores a su muerte. Por supuesto, no existe una autoridad anterior que corrobore la leyenda repetida por Fuller acerca del “monje torpe” que al componer un epitafio sobre Beda se quedó sin palabras para completar la frase Hac sunt in fossa Bedae… ossa y a la mañana siguiente se encontró con que los ángeles habían llenado el espacio con la palabra venerabilis. El calificativo es utilizado por Alcuin, Amalarius y al parecer por Paulo el Diácono, y el importante Consejo de Aachen de 835 lo describe como venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis Beda. Este decreto se mencionaba especialmente en la petición que el Cardenal Wiseman y los obispos ingleses enviaron a la Santa Sede en 1859, rogando que Beda fuera declarado Doctor de la Iglesia. El tema ya había sido discutido antes de la época de Benedicto XIV, pero no fue hasta el 13 de noviembre de 1899 que León XIII decretó que el 27 de mayo toda la Iglesia debía celebrar la fiesta del Venerable Beda, con el título de Doctor Ecclesiae. Durante toda la Edad Media se había celebrado en York y en el Norte de Inglaterra el culto local al Santo Beda, pero la fiesta no era tan popular en el sur, donde se seguía la Liturgia de Sarum.


La influencia de Beda entre los eruditos ingleses y extranjeros fue muy grande, y probablemente habría sido mayor si los monasterios del norte no hubieran sido devastados por las invasiones Danesas menos de un siglo después de la muerte de Beda. En innumerables formas, pero especialmente por su moderación, amabilidad y gran visión, Beda se distingue entre sus contemporáneos. En lo referente a erudición, indudablemente fue el hombre más sabio de su tiempo. Una característica muy notable, observada por Plummer (I, p. HSI), es su sentido de propiedad literaria, una particularidad extraordinaria en esa época. Él mismo anotaba escrupulosamente en sus escritos los pasajes que había tomado prestados de otros e incluso rogaba a los copistas de sus obras que conservaran las referencias, una recomendación a la que ellos pusieron muy poca atención. A pesar de lo elevado de su cultura, Beda aclara repetidamente que sus estudios están subordinados a la interpretación de las Escrituras. En su "De Schematibus" lo dice así: “Las Sagradas Escrituras están sobre todos los demás libros, no sólo por su autoridad Divina, o por su utilidad pues son una guía hacia la vida eterna, sino también por su antigüedad y su forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor tributo al genio de Beda es que con una convicción tan desprovista de compromiso y tan sincera de que la sabiduría humana es inferior, haya podido adquirir tanta cultura verdadera. Aunque el Latín fue para él una lengua todavía viva, y aunque no parece haber volteado conscientemente hacia la Era de Augusto de la Literatura Romana que preservaba modelos más puros de estilo literario que la época de Fortunato o San Agustín, ya sea por genio natural o por el contacto con los clásicos, Beda es extraordinario por la relativa pureza de su lenguaje y también por su lucidez y sobriedad, especialmente en temas de crítica histórica. En todos estos aspectos presenta un marcado contraste con san Aldhelm quien se aproxima más al tipo Celta.


Obras y Ediciones

Nunca se ha publicado una edición de las obras completas de Beda basada en el cotejo cuidadoso de los manuscritos. El texto impreso por Giles en 1884 y reproducido por Migne (XC-XCIV) muestra pocas o ninguna mejora con respecto a la edición básica de 1563 o la edición de Colonia de 1688. Por supuesto, a Beda se le recuerda principalmente como historiador. Su gran obra, "Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum" (Historia eclesiástica del pueblo inglés), que relata el cristianismo en Inglaterra desde sus inicios hasta la época de Beda, es la base de todos nuestros conocimientos acerca de la historia británica –una obra maestra elogiada por los eruditos de todas las épocas. Plummer produjo una edición de esta obra, de la "Historia Abbatum" (Historia de los Abades) y la "Carta a Egberto", que con toda justicia puede llamarse la versión final (2 volúmenes, Oxford, 1896). En la introducción, Plummer ilustró admirablemente la extraordinaria diligencia de Beda para la recopilación de documentos y su uso crítico de ellos (págs. XLIII-XLVII). La "Historia de los Abades" (de los monasterios gemelos de Wearmouth y Jarrow), la "Carta a Egberto", las vidas en verso y prosa de "San Cuthbert", y otras obras de menor tamaño, también tienen gran valor por la luz que arrojan sobre el estado del cristianismo en Northumbria en la época de Beda. La "Historia Eclesiástica" fue traducida al anglosajón a petición del Rey Alfredo. Desde entonces se ha reproducido con frecuencia, notablemente por T. Stapleton, quien la imprimió en 1565 en Amberes como arma controversial contra los teólogos de la Reforma en el reino de Elizabeth. El texto en latín apareció por primera vez en Alemania en 1475. Vale la pena hacer notar que en Inglaterra no se imprimió ninguna edición, ni siquiera la latina, antes de 1643. El texto más preciso de Smith vio la luz en 1742.


Los tratados cronológicos de Beda "De temporibus liber" y "De temporum ratione" (Sobre el cálculo del tiempo) también contienen resúmenes de la historia general del mundo desde la creación hasta el 725 y el 703, respectivamente. Estas porciones históricas fueron editadas satisfactoriamente por Mommsen en la "Monumenta Germaniae historica" (1898), y pueden encontrarse entre los especímenes más antiguos de este tipo de cronología general, por lo que han sido copiados e imitados en gran medida. La obra topográfica "De locis santis" (Sobre los lugares santos) es una descripción de Jerusalén y los lugares santos basada en Adamnan y Arculfus. En 1898, la obra de Beda fue editada por Geyer en "Itinera Hierosolymitana" para el "Corpus Scriptorum" de Viena. El hecho de que Beda compiló un martirologio lo sabemos por él mismo, pero la obra que se le atribuye en extensos manuscritos ha sido tan complementada que es muy difícil saber exactamente que escribió.


En su propia opinión, y en la de sus contemporáneos, las obras exegéticas de Beda fueron las más importantes, pero la lista es demasiado larga para describirla en este documento. Entre dichas obras se encuentra un comentario sobre el Pentateuco completo, así como sobre algunas partes seleccionadas. También hay comentarios sobre los libros de Reyes, Esdras, Tobías, El Cantar de los Cantares, etcétera. En el nuevo testamento, interpretó a san Marcos, san Lucas, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas y el Apocalipsis; pero la autenticidad del comentario de san Mateo, impreso con su nombre, es más que dudosa. (Plaine en "Revue Anglo-Romaine", 1896, III, 61). Las homilías de Beda toman la forma de comentarios sobre el evangelio. La colección de 50 (divididas en dos libros) atribuidas a Beda por Giles (y Migne) son en su mayoría auténticas, pero se sospecha de la autenticidad de unas cuantas. (Morin en "Revue Bénédictine", IX, 1892, 316).


Beda menciona varios escritos didácticos en la lista que nos dejó de sus obras. La mayoría de ellos aún se conservan y no hay razón para dudar de su autenticidad. Sus tratados de gramática "De arte metricâ" y "De orthographiâ" han sido editados adecuadamente en tiempos modernos por Keil en su "Grammatici Latini" (Leipzig, 1863). Sin embargo, las obras más grandes "De natura rerum", “De temporibus", “De temporium ratione", alrededor que tratan sobre ciencia, como era entendida en ese entonces, y especialmente sobre cronología, nos han llegado solamente a través de tres textos poco satisfactorios de los editores más antiguos y Giles. Más allá de la vida métrica de san Cuthbert y algunos versos incorporados a la "Historia Eclesiástica", no poseemos mucha poesía que pueda ser atribuida con toda certeza a Beda, pero al igual que otros eruditos de su época, seguramente escribió una buena cantidad de versos. El mismo menciona su "libro de himnos" compuesto con diferentes métricas o ritmos. De manera que Alcuin dice de él: Plurima versifico cecinit quoque carmina plectro. Es posible que el más corto de sus dos calendarios médicos impresos entre sus obras sea genuino. El Penitencial atribuido a Beda, aunque aceptado como genuino por Haddan, Stubbs y Wasserschleben, probablemente no sea suyo (Plummer, I, 157).


El Venerable Beda es el testigo más antiguo de la tradición puramente gregoriana de Inglaterra. Sus obras "Musica theoretica" y "De arte Metricâ" (Migne, XC) son consideradas especialmente valiosas por los eruditos que hoy en día se avocan al estudio de la forma primitiva del canto.


Notas

Fuente: Thurston, Herbert. "The Venerable Bede." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02384a.htm>.

Traducido por Leonardo Molina D

https://ec.aciprensa.com/wiki/San_Beda_el_Venerable


lunes, 9 de noviembre de 2020

Los Magos de la Piedra / Eduardo Callaey



"Explanatio Apocalypsis" de Beda y "in Apocalipsin" de Haymo of Auxerre

¿Qué rol cumplieron los grandes monasterios medievales y las órdenes de caballería en la preservación de los secretos iniciáticos?

Esta pregunta encabeza el Capítulo XIV de "Las Claves Históricas del Símbolo Perdido", recientemente publicado en España y que si Dios quiere presentaremos en junio en la Argentina. He creído oportuno postearlo en Temas de Masonería porque, coincidentemente con esta publicación, otras investigaciones están corriendo en el mismo sentido respecto de nuestros orígenes medievales, mientras que por otra parte la historia de la Orden del Temple comienza a apartarse de las versiones trasnochadas y es analizada mediante un riguroso método histórico. Por caso menciono los trabajos realizados por Simonetta Cerrini (La Revolución de los Templarios), que comentaré en breve.

Otra cuestión muy interesante -en especial para los que vienen siguiendo las investigaciones sobre los libros de Beda El Venerable y su impacto en la tradición constructora de los benedictinos- es su obra como matemático reflejada en varios libros entre los que destaca De Temporum Ratione sobre el que también hablaremos en breve. Mientras tanto, he aquí el capítulo en cuestión, pensado como un texto de divulgación pero que creo un buen resumen de sobre Beda y otros asuntos atinentes a la Masonería Cristiana:


Los magos de la Piedra

Aunque resulte sorprendente para la mentalidad moderna, durante siglos, desde la remota antigüedad, hasta nuestros días, diferentes linajes de iniciados y Ordenes Esotéricas preservaron un importante caudal de conocimiento, trasmitiéndolo de maestro a discípulo.

Luego de la caída de Roma, dos corrientes iniciáticas, vinculadas con los misterios de la construcción penetraron en Europa. Una de ellas, de tradición meridional y mediterránea, se estableció en una misteriosa isla del lago de Como en la que floreció la Escuela Arquitectónica de los Magistri Comacini, cuya huella ha quedado ampliamente difundida en catedrales, palacios y puentes con un llamativo estilo propio.

La otra corriente penetró por el norte y encontró su refugio en los monasterios benedictinos de las Islas Británicas. En Northumbria, hacia el siglo VIII, el monje ingles San Beda, llamado el Venerable, escribió su libro acerca del Templo de Salomón, abriendo paso a la que luego se convertiría en la leyenda central de la francmasonería.

Este misterioso libro, del cual ya hemos hablado extensamente en otros ensayos, sienta las bases de las alegorías a partir de las cuales se construiría todo el andamiaje del simbolismo masónico. Se habla allí, por primera vez, de que el hombre que se dedica a la construcción debe cuadrar su propia piedra, convertirse en un hombre a escuadra, es decir, recto, pulido y preparado para tomar parte en la construcción colectiva de un Templo elevado a la Gloria de Dios, el Gran Arquitecto del Universo. Se difundió por el continente de la mano de los grandes abades que construyeron la Europa medieval y finalmente anclaron en el movimiento cluniacense, la primera multinacional de la que se tenga memoria. Estas interpretaciones alegóricas en torno al Templo de Salomón se expandieron por el Imperio Carolingio merced a la pluma de Alcuino de York (735 – 804), Rabano Mauro (776 – 856), Walafrid Strabón (808 – 849) y otros grandes abades del movimiento monástico benedictino.

Ya en el siglo XI, los cluniacenses habían establecido reglamentos y constituciones para sus logias de constructores de iglesias y catedrales, incorporando a laicos a los que denominaban “hermanos conversos” y utilizaban como mano de obra calificada.

En efecto, los monjes constructores de Cluny, constituyeron la primera fuerza trasnacional de alcance continental en todo el antiguo Imperio Romano Germánico, convirtiendo a sus monasterios en el depósito de todo el saber de la época.

El libro de San Beda sirvió de guía para que los grandes abades del movimiento monástico benedictino restablecieran las antiguas corporaciones de constructores, sustentadas en la tradición del Antiguo Testamento, comparando a Adonhiram, el superintendente a cargo de la construcción del Templo de Salomón, con el propio Cristo. Dentro de los muros de las grandes abadías se gestó una nueva vía iniciática de tal magnitud y vitalidad que su capacidad constructora superaría a la del antiguo Egipto en toda su historia. No nos detendremos en esta cuestión, remitiendo al lector a nuestros trabajos anteriores. [1]

Sin embargo, diremos que sólo una organización sustentada en un plan de carácter universal y un poder de dimensiones inimaginables pudo llevar a cabo el portento de construir, simultáneamente en toda Europa, miles de iglesias, catedrales, palacios y puentes. La simbología alcanzó niveles inigualables con el arte románico, al que los medievalistas definen como una pedagogía de masas. Toda una civilización, en la que la gran mayoría era analfabeta, fue educada a través del arte figural de la piedra.

Posteriormente, con el arte gótico se alcanzaría el punto más alto en la capacidad de construir verdaderos centros de transformación e irradiación espiritual tales como las catedrales góticas. Para ese entonces, las vidrieras, el control de las tensiones de los nervios de piedra, las dimensiones y las proporciones áureas, las matemáticas y la geometría más pura, darían sobrada muestra del retorno de los Magos de la Piedra. La culminación de esta epopeya, que continuó con la Orden Cisterciense y con las órdenes monástico militares -particularmente la Orden de los Templarios- fue la reconquista de Jerusalén y el establecimiento de los reinos cristianos en Palestina.

La vía iniciática cristiana, no sólo construía la monumental arquitectura del Imperio Cristianismo en su apogeo, sino que tenía su propio brazo militar, custodio del Santo Sepulcro, el ombligo del mundo, Jerusalén, la mil veces Santa, en la que Cristo, el Mesías, había realizado la misión que el Padre le encomendara.

El uso del mandil como elemento ritual, los signos y toques, la conformación primitiva de las primeras logias y el simbolismo propio de la iniciación masónica tienen sus raíces en esta época. Y si hay que poner una fecha de nacimiento a los masones, puede que tengamos que volver la vista hacia Northumbria, a las épocas en las que San Beda, el Venerable, observando a los masones que construían los monasterios de San pedro y San Pablo, decidió darles una leyenda propia, basada justamente, en Salomón y su famoso Templo.

Durante el largo proceso de secularización que sufrió la sociedad medieval, estas agrupaciones de monjes constructores, junto con sus técnicas, sus secretos de oficio y su visión esotérico-sagrada de la construcción, dio lugar a las grandes corporaciones de oficio, sobre las que existe muy abundante información. Podríamos mencionar algunas verdaderamente importantes como Los Estatutos de los Canteros de Bolonia de 1248, Los Reglamentos y Ordenanzas de los Masones de la Ciudad de Brujas de 1441, Las Constituciones de los Masones de Estrasburgo de 1459 o los Estatutos del Oficio de los Masones de la Ville de Malines de 1539. Todas estas constituciones, y muchas otras, podrían otorgar una visión mucho más completa de la organización de los masones medievales, de su arte y de su religión.

En un principio, sólo se distinguían dos categorías o grados entre sus miembros: Los aprendices, que pasaban a depender, durante una cierta cantidad de años, de los maestros de oficio. La segunda era la de los compañeros, que eran aquellos que habían alcanzado habilidades en el desempeño de su oficio. Los maestros eran los que gobernaban la Logia. Sólo en tiempos posteriores pasó a considerarse al maestro como un grado en sí mismo. A partir de entonces, al que dirige una Logia se lo pasó a denominar Venerable Maestro. Este término también es una reminiscencia de las épocas monásticas.

A partir del siglo XVII estas corporaciones de constructores comenzaron a admitir en su seno a hombres ajenos al “oficio”. Se los llamó “masones aceptados”. Por la misma época, la francmasonería comenzó a desarrollar temas provenientes de algunas corrientes místicas y mágicas surgidas en el Renacimiento, tales como la cábala judía (kabbalá) , la alquimia y el cuerpo de doctrina denominado Hermetismo. Pero sin lugar a dudas, la corriente esotérica que más impactó en la francmasonería fue la de los rosacruces, mencionados reiteradamente en El Símbolo Perdido. Muchos autores creen firmemente que las ideas rosacruces transplantadas a Inglaterra en el siglo XVII fueron el verdadero origen de la masonería especulativa, es decir, la conformada por masones aceptados.


Notas:

[1] Callaey, Eduardo, Monjes y Canteros (Buenos Aires, Dunken, 2001) La Masonería y sus Orígenes Cristianos (Buenos Aires, Kier, 2006). También De Templo Salomonis Liber (Manakel, Colección Martinista, Madrid, 2010).


Masonería Cristiana
Eduardo R. Callaey




martes, 3 de noviembre de 2020

MASONERÍA Y RELIGIÓN / Ramón Martí Blanco

 





https://es.wikipedia.org/wiki/Pantocr%C3%A1tor

A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo

MASONERÍA Y RELIGIÓN

 

Si en algún axioma podemos estar todos los masones de acuerdo, es en afirmar que la Masonería no es una Religión, aunque ciertos usos y costumbres instaurados en determinadas formas de masonería, hacen que dicha manera de entender la masonería se viva y perciba como si de una religión se tratara.

 

Tomemos como punto de partida las Constituciones de Anderson, redactadas por los pastores Anderson y Desaguliers y presentadas para su firma y proclamación por el entonces Gran Maestro de la Gran Logia de Londres, el duque Philippe de Wharton en el año 1723. Estas Constituciones recopilaban otras anteriores (en particular el Manuscrito Regius y el Cook) y otros textos reguladores de la masonería de Oficio que se pudieron salvar del incendio que asoló Londres entre el 2 y el 5 de septiembre de 1666, y que pretendían pasar a regular la masonería en su fase especulativa conocida por todos actualmente y escenificada por la reunión de las 4 Logias en 1717.

 

Dichas Constituciones, sirven de base, tanto a la masonería autodenominada como Regular aglutinada a nivel mundial en torno a la Gran Logia Unida de Inglaterra (heredera de la Gran Logia de Londres) a la que toma como referente, como al resto de tendencias de la masonería mundial y que tienen como referente al Gran Oriente de Francia, que en el año 1877 decidió que no quería tener nada que ver con la Religión, ni nada que se le pareciese, “echando por la ventana” al Gran Arquitecto del Universo e instaurando la más amplia y absoluta libertad de conciencia.

 

Convendría clarificar que, la masonería especulativa que conocemos, heredera de la masonería de Oficio de las corporaciones de constructores del medievo, puede habernos hecho llegar una imagen errónea de esa masonería de oficio, fruto de la noción de “transición” inglesa que trata de explicar (tránsito contestado por algunos historiadores, al carecer de fundamento científico) el paso de un estado a otro, en base al fenómeno denominado de “aceptación” que habría llevado a dicha masonería operativa o de oficio, en franco declive, alrededor del siglo XVI, al haberse casi extinguido la arquitectura religiosa, a aceptar nuevos miembros que en nada tenían que ver propiamente con el oficio de construir. Lo que nosotros llamamos actualmente logia, era para ellos una construcción anexa (en algunos casos un cobertizo) en que guardaban las herramientas, materiales y planos, y utilizaban para guarecerse de las inclemencias del tiempo y del frio del invierno, así como lugar donde reunirse y practicar las ceremonias de entrada de nuevos miembros en la cofradía.

Esas corporaciones de constructores, integrantes de la masonería operativa o de Oficio, tenían sus propias normas, elaboradas por ellos mismos, conocidas como Old Charges Antiguos Deberes o antiguas Constituciones, siendo las que se consideran más antiguas de las encontradas hasta hoy1, la Constitución de York, que data del año 926, seguida de las constituciones de los Canteros de Bolonia, del año 1248. Las propias Constituciones de Anderson de 1723, afirman haberse inspirado en dichas antiguas constituciones, en particular, en el manuscrito Cooke (1410) y Regius (1390).

 

Ahora bien, esos antiguos manuscritos son fruto de un ambiente y modo de pensar inspirado en el teocentrismo medieval, corriente de pensamiento que supone a Dios en el centro del universo, rigiéndolo todo, inclusive las actividades y relaciones humanas. En todos esos antiguos manuscritos, la religiosidad de la sociedad y mundo de su tiempo, están muy presentes.

 

Veamos un fragmento de la Invocación y el Punto de las Constituciones de York (926): “Que el Soberano poder del Dios Eterno, Padre y Creador del Cielo y de la Tierra, la sabiduría de su verbo y su influencia, sean con nuestra empresa y nos haga la gracia de conducirnos de modo que merezcan su aprobación en esta vida y obtengamos después de nuestra muerte la vida eterna.

1.- Vuestro primer deber es honrar a Dios y observar sus leyes, porque son preceptos divinos, a los que todo el mundo debe obediencia. Por eso debéis evitar las herejías y no ofender a Dios.”2

 

Echemos un vistazo a la Presentación o Introducción a los Estatutos de Bolonia (1248):

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

He aquí los estatutos y reglamentos de la sociedad de los maestros del muro y la madera, hechos en honor de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo, de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos…”3

 

Veamos por último, los citados manuscritos Cooke y Regius.

Manuscrito Regius (1390). Este manuscrito, viene presentado en forma de poema, estructurado en estrofas, componiendo un total de nueve Partes. La Parte 8ª es una “Exhortación sobre la Misa y como conducirse en la Iglesia”, de la que extractamos lo siguiente:


“Cuando entres en la Iglesia, eleva hacia 


Cristo tu corazón; Alza entonces los ojos a la 

cruz, y arrodíllate sobre las dos rodillas,

ora entonces par que Él te ayude a obrar Según la ley de la santa Iglesia, y guarda los diez mandamientos

que Dios a todos los hombres legó.”4

 Del Manuscrito Cooke (1410), extractaremos el comienzo:

“Demos gracias a Dios, nuestro Padre Glorioso, creador del Cielo y de la Tierra y de todo lo que está en ellos y que Él conoce (en virtud) de su Gloriosa Divinidad…”5


 Resulta evidente, que en los Manuscritos -también conocidos como Límites o Land- Marks- de la antigua masonería operativa o de Oficio, la noción de religiosidad y las exhortaciones a cumplir la ley de Dios (incluso la devoción a la Santísima Virgen y a la Iglesia), están en todos ellos muy presentes, junto a todo un relato mítico, común en casi todas esas antiguas normas, relativo a las 7 Ciencias o Artes liberales.

 

Distintos autores6, han considerado que las Constituciones de Anderson de 1723, en comparación con anteriores constituciones más antiguas, han operado en relación a las mismas, un proceso de descristianización, abogando hacia una religión natural, hecho favorecido por la ambigüedad en su redactado, que deja puertas y ventanas abiertas, dando lugar a múltiples y diversas interpretaciones, que van desde lo que podría considerarse un teísmo, hasta un “crea usted lo que mejor le parezca” mientras no lo proclame demasiado alto, teniendo que ver esto, más con una construcción filosófica que con una religión positiva.

 Con todo, hemos de tener en cuenta que las Constituciones de Anderson de 1723, sufrieron dos modificaciones; una en 1738, con motivo de la transformación de la Gran Logia de Londres en Gran Logia de Inglaterra; produciéndose la segunda modificación en 1813 a modo de colofón a la larga división entre “Antiguos” y “Modernos” y que dio lugar a la actual Gran Logia Unida de Inglaterra.

Digamos que las dos modificaciones, afectaron curiosamente al Artículo Iº de dichas Constituciones, artículo dedicado precisamente al asunto objeto del presente trabajo:7

 

Iº De Dios y la Religión.

 El artículo en cuestión, tenía en las Constituciones de 1723 el siguiente redactado:

“Un Masón está obligado por su título a obedecer la Ley moral y si comprende bien el Arte, no será jamás un ateo estúpido, ni un libertino irreligioso. Sin embargo, en los tiempos antiguos los Masones fueron inducidos en cada país a pertenecer a la religión de ese País o de aquella Nación, cualquiera que fuese, no obstante, se le considera ahora como aceptable de someterlo a la Religión que todos los hombres aceptan, dejando a cada uno su particular opinión, y que consiste en ser hombres buenos y leales u hombres de honor y de probidad, cualesquiera fuesen las denominaciones o creencias que pudiesen distinguirlos; de este modo, la Masonería deviene el centro de unión y el medio de anudar una verdadera amistad entre personas que hubiesen debido permanecer perpetuamente alejadas entre sí.”

 

Vayamos ahora al redactado de este mismo artículo de la modificación de 1738:


“Un masón está obligado por su título a obedecer la ley moral en tanto que verdadero noaquita y si comprende bien la profesión, no será nunca un ateo estúpido, ni un libertino irreligioso, ni actuará en contra de su conciencia.

En lo tiempos antiguos, los masones cristianos eran llamados a actuar de acuerdo con las costumbres cristianas de cada país donde ellos viajaban. Pero la masonería existente en todas las naciones, aun de religiones diversas, lleva a que los masones adhieran a la religión según la cual todos los hombres están de acuerdo (dejando a cada hermano sus propias opiniones), es decir, ser hombres de bien y leales, hombres de honor y probidad, cualquiera sean los nombres, religiones o confesiones que ayuden a distinguirlos: pues todos se articulan sobre los tres artículos de Noé suficientes para preservar el fundamento de la Logia. De este modo la Masonería es el centro de la unión y el feliz medio de unir a las personas, quienes, de otro modo, habrían permanecido perpetuamente desconocidas entre sí”

 

Finalmente, el texto correspondiente a la modificación de 1813, dice así:

“En lo que respecta a Dios y la Religión: un Masón está obligado, por su título, a obedecer la ley moral y si comprende bien el Arte, no será jamás un ateo estúpido ni un libertino irreligioso. De entre todos los hombres, él debe comprender mejor que ninguno que Dios ve de otra manera que el hombre, pues el hombre ve la apariencia externa, en tanto que Dios ve el corazón. Un Masón está, en consecuencia, restringido a no actuar nunca en contra de los mandatos de su conciencia.

Cualquiera sea la religión del hombre o su manera de adorar, no está excluido del Orden, considerando que él cree en el Glorioso Arquitecto del cielo y de la tierra y, que practica los deberes sagrados de la moral. Los masones se unen a los hombres virtuosos de todas las creencias en el lazo sólido y agradable del amor fraternal, que les enseña a ver los

errores de la humanidad con compasión y a esforzarse por la pureza de su propia conducta, de demostrar la alta superioridad de la fe particular que ellos profesen.”

 

Las Constituciones de Anderson de 1723 (y sus dos posteriores modificaciones de 1738 y 1813), en lo que respecta al Artículo Iº, mantienen la misma frase, que hemos resaltado, sin modificación: no será jamás un ateo estúpido ni un libertino irreligioso. De tal manera que, a nuestro modo de entender, deja muy claro que un masón, aunque sea en su nueva fase especulativa, no vinculada con el Oficio de construir como albañil, para manifestarse como francmasón, no puede ser un hombre que viva de espaldas a la Religión. Sin embargo, para los masones y la masonería surgida a partir de la Revolución francesa, esas dos modificaciones, suscitaron una gran polémica, consistente en “si seguir la tradición religiosa o creyente inherente a los tiempos o si abrir paso a la libertad de conciencia que preconiza la esencia masónica moderna” como bien dice Ignacio Mendez-Trelles, en la obra que nos está sirviendo de referencia en este estudio8. Esta línea de pensamiento dio lugar al laicismo -en Francia también denominado Republicanismo-, que relega toda religiosidad al ámbito privado, apartándola de su lugar central en el mundo, la sociedad y administración públicas, propio del teocentrismo.

 

Con esto, buena parte de la nueva masonería especulativa (al menos aquella que bebe del nuevo estado de cosas surgido de la Revolución), se adapta a la “modernización” de la sociedad que tiende hacia un humanismo antropocentrista iniciado en el siglo XV, en el que la idea de Dios como Gran Arquitecto y Creador del Universo ha dejado de ocupar su lugar central en la vida de las gentes.

 

Pero ¿dónde se sitúa en toda esta exposición el sistema masónico y caballeresco conocido como Régimen Escocés Rectificado?, contemporáneo a toda esta época, pues su nacimiento tiene lugar en 1782 pocos años antes de la Revolución francesa. Precisamente, a contracorriente -en la Rectificación como su propio nombre indica-, volviéndose a recolocar en el teocentrismo de la antigua masonería operativa.

 

Para el Régimen Escocés Rectificado, la idea y noción de Dios no es en absoluto un símbolo; es realmente el Gran Arquitecto del Universo. Para no dejar lugar a dudas, en lugar de inspirarse en las Constituciones de Anderson de 1723, de ambigua redacción, elabora para su Reforma, efectuada, partiendo de la base del sistema alemán conocido como Estricta Observancia; elabora unos nuevos Códigos (dos, uno para cada una de sus 2 Clases en que este sistema está estructurado).

 

No obstante, es en el ritual de Aprendiz, que se entrega a todo aquel entrado en la Orden Rectificada, que figura en Apéndice I del mismo, la Regla Masónica9, al uso para todas las Logias Reunidas y Rectificadas, que tiene que ver con el objeto del presente estudio, e ilustra al interesado, sobre lo que es y representa la Idea de Dios para el Rito Escocés

Rectificado. En este sentido, su Artículo I -al igual que en las Constituciones de Anderson- comienza por: “Deberes para con Dios y la Religión” arrancando en su Punto 1 diciendo:

“Tu primera ofrenda pertenece a la Divinidad. Adora al Ser pleno de majestad que creó el universo por un acto de su voluntad, que lo conserva por efecto de su acción continuada, que llena tu corazón, y que tu espíritu limitado no puede concebir ni definir. Compadece el triste delirio de aquel que cierra sus ojos a la luz y se pasea por las espesas tinieblas del azar. Que tu corazón enternecido y reconociendo los beneficios paternales de tu Dios, rechace con desprecio estos vanos sofismas, que prueban la degradación del espíritu humano cuando se aleja de su origen.”10

Sin movernos del mismo Artículo, en su Punto 2, continúa diciendo:

“[…] Da pues gracias a tu Redentor; prostérnate ante el Verbo encarnado, y bendice a la Providencia que te ha hecho nacer entre los cristianos. Profesa en todo lugar la Divina Religión de Cristo, y no te avergüences de pertenecer a ella. El Evangelio es la base de nuestras obligaciones; si no creyeras en Él dejarías de ser Masón. Muestra en todas tus acciones una piedad esclarecida y activa, sin hipocresía ni fanatismo; el cristianismo no se limita a unas verdades especulativas; practica todos los deberes morales que enseña, y serás feliz; tus contemporáneos te bendecirán y te presentarás sin turbación ante el trono del Eterno.”11

Por último, y sin abandonar el mismo Artículo en su Punto 3, nos dice:

“Por encima de todo, imbúyete de este principio de caridad y de amor, base de esta Santa Religión; lamenta el error sin odiarlo ni perseguirlo, deja únicamente a Dios el acto de juzgar, y conténtate con amar y tolerar. ¡Masones! ¡Hijos de un mismo Dios! ¡Reunidos por una creencia común en nuestro Divino Salvador!12, que este vínculo de amor nos una estrechamente y haga desaparecer todo prejuicio contrario a nuestra concordia fraternal.”13

 

Resulta obvio pues que, para la Masonería Rectificada, la noción de Religión ocupa un lugar importante -como bien se indica en nuestra Regla Masónica- no siéndonos ajena en absoluto, aunque tampoco sea para nada una religión en sí misma. Nuestras Tenidas no son lugares de culto, ni se celebran Sacramentos (en el sentido de católicos, anglicanos u ortodoxos), pero sí que son lugares donde libremente unos hombres (los Masones Rectificados) se comprometen en trabajar y edificar templos a la Virtud14 (enseñada en la religión cristiana, se entiende), y para ello invocan la ayuda del Gran Arquitecto del Universo, que para los masones Rectificados es Dios, Uno y Trino.

 

Es por ello, y en este mismo sentido que, el espacio de tiempo de nuestras Tenidas que dedicamos a esa labor, lo delimitamos con una Plegaria de Apertura15 y otra de Cierre16, y es por eso también que ese espacio, tan primorosamente dedicado, no puede ser mal

empleado, ni utilizado en asuntos banales, otros, que no sean el crecimiento moral y espiritual de los Hermanos. Insistimos en el enunciado que la Masonería Rectificada no sustituye a la religión -aunque se aconseje y recomiende su práctica- la Salvación en Cristo que puede procurarnos la Religión, sólo puede lograrse a través de la Iglesia, no de la Logia.

 

Sin embargo, la Logia, que puede ser un poderoso instrumento, para aquellos que, como yo mismo, necesitamos fortalecernos en la Fe; y la práctica ritual, así como las enseñanzas que de ella se derivan, que podemos encontrar en nuestras Logias y Capítulos, constituyen una muy buena herramienta con la que ayudarse en este propósito. A modo de conclusión, bien se podría decir que, el R.E.R. y la Masonería Rectificada, no son en absoluto una Religión, pero que están al servicio de la misma.

 

Pero con todo, la Masonería, para algunos, puede ser confundida con una religión, y algunos masones y una cierta línea de pensamiento dentro de la masonería, lo confunden. Nos estamos refiriendo a la voluntad deliberada de sustituir la masonería por la Religión, que tomó forma a partir de la masonería reconvertida surgida a partir de la Revolución francesa, pero que nace en el inconsciente colectivo con el humanismo que aparta la noción de Dios del lugar central que tenía en sus vidas y su mundo.

 

Esta sustitución, como “nueva religión” de la masonería, efectuada por esa línea de pensamiento existente dentro de la propia masonería (fruto de una mala interpretación de las Constituciones de Anderson de ambiguo redactado, a las que se acogen tanto la masonería Regular anglosajona como la considerada irregular), fue denunciada por Jean Baylot en 1968, como una desviación de la Orden masónica, en su libro17 dedicado a tal fin, en el que expondrá su severo análisis, respecto a los posicionamientos del Gran Oriente de Francia, en particular, con motivo del aumento del anticlericalismo del siglo XIX, concretamente en el período que va de 1800 a 1870 [pero que va repitiéndose episódicamente hasta nuestros días] con estas palabras: “habiéndose convertido la Masonería francesa en un club político en que la iniciación ritual no es más que una formalidad sin significación profunda”.

 

Como buen ejemplo de esa desviación existente dentro de la masonería, podrían ser las ceremonias de reconocimiento matrimonial, bautizos o exequias fúnebres, pretendiendo con ello presentar a la institución masónica como una “nueva realidad” en la que todo el mundo acuerda y converge, tratando de sustituir en la sociedad y en el inconsciente individual colectivo, el espacio hasta ahora ocupado por la Religión, para sustituirla por esa nueva “religión” laica (pero de un laicismo malentendido, con tintes anticlericales, denigrante de cualquier tipo de fe, especialmente si ésta es cristiana), o si se quiere sincrética que abarcaría todas las Tradiciones religiosas, en un totus revolutum”, al estilo de Guénon, que sería esa manera de ver o entender la masonería.

Hablando de desviaciones, nadie puede considerarse exento, ni el propio Régimen Escocés Rectificado, sistema masónico y caballeresco, que se ha conservado cristiano, en línea de la antigua masonería de Oficio, de la que la masonería especulativa se considera heredera. Un cierto sector dentro del R.E.R. ha querido en torno a los años 2010/2012 poner de relieve la existencia de una supuesta “doctrina” propia del R.E.R. en la que se manifestaría un “cristianismo primitivo”, “trascendente”, “iniciático”, incluso un “cristianismo esotérico”, lógicamente de naturaleza distinta, que el profesado por el conjunto de Iglesias que confiesan la fe cristiana. Todo ello, no es más que el resurgimiento de antiguas heterodoxias y formas de gnosticismo, condenadas por los primeros Concilios de la cristiandad, pero que resurgen con fuerza, dada la débil formación cristiana de nuestros contemporáneos, que no les permite diferenciar y distinguir con claridad lo que constituyen realmente Verdades de la Fe cristiana, de aquellas otras que no lo son, ya hace “que nos vendan como cristiano auténtico” aquello que no pasa de ser una vulgar heterodoxia.

 

La verdadera Masonería no es substitutiva de nada, ni tampoco es una religión, aunque el hecho religioso no le sea en absoluto ajeno (por el contrario, es recomendado especialmente en nuestra Regla Masónica al uso de las Logias Reunidas y Rectificadas.), como lo prueba el caso de la Masonería Rectificada en que es requisito imprescindible la condición de cristiano para poder ingresar o afiliarse.

 

Nos gustaría concluir nuestro trabajo recordando un fragmento de la Regla Masónica Rectificada, citada un poco antes y aconsejada a todo masón Rectificado: “El Evangelio es la base de nuestras obligaciones; si no creyeras en Él dejarías de ser Masón”.


 Barcelona, 29 de mayo del año 2020, de la Verdadera Luz en modo masónico 6020.

 Ramon Martí Blanco

 

Notas:

1 Además de los citadas, se han podido encontrar, yendo de más antiguo a más reciente, siendo las últimas de mediados del siglo XVIII:

-          Estatutos de Ratisbona (1459)

-          Manuscrito Grand Lodge nº 1(1583)

-          Estatutos Schaw (1598)

-          Manuscrito Iñigo Jones (1607)

-          Reglamento de 1663

-          Manuscrito de Edimburgo (1696)

-          Manuscrito Dumfries nº 4 (1710)

-          Manuscrito Trynity College (1711)

-          Manuscrito Kewan (1714-1720)

-          La Institución de los Francmasones (1725)

-          Manuscrito Graham (1726)

-          La Masonería según las Escrituras (1737)

-          Manuscrito Essex (1750)

2 Textos Fundamentales de la Masonería, Editorial Masónica.es ISBN: 978-84-936941-0-4, Constitución de York, pág. 125

3 Ibid. Estatuto de los Canteros de Bolonia, pág. 131.

4 Textos Fundamentales de la Masonería, Editorial Masónica.es ISBN: 978-84-936941-0-4, Manuscrito Regius, pág. 172

5 Ibid. Manuscrito Cooke, pág. 181

6 VAR, Jean-François, La Francmasonería a la Luz del Verbo » 2014, Equipo Difusor del Libro, S.L. pág. 81.

7 Textos Fundamentales de la Masonería, Editorial Masónica.es ISBN: 978-84-936941-0-4, Modificaciones de las Constituciones de Anderson, págs. 373-374.

8 Ibid. Modificaciones de las Constituciones de Anderson (1738 y 1813), pág. 371

9 Ritual Aprendiz G.P.D.H. pág. 125. Apéndice I, Regla Masónica al uso de las Logias Reunidas y Rectificadas

10 Ibid. pág. 125.

11 Ibid. pág. 126.

12 En un claro llamamiento a todos los integrantes de todas las comunidades cristianas.

13 Ritual Aprendiz G.P.D.H. pág. 126.

14 Ritual Aprendiz G.P.D.H. Instrucción por Preguntas y Respuestas: “P.: ¿Para qué sirve la paleta? R.: Sirve a los francmasones para construir Templos a la Virtud.”, pág. 120.

15 Ibid. Plegaria de Apertura, pág. 45.

16 Ibid. en la Cadena de Unión; Plegaria de Cierre, pág. 103.

17 « La voie substitué, recherche sur la déviation de la franc-maçonnerie en France et en Europe », Éditions Borp, 1968. Jean Baylot (1912-1976), eques a Libertate, fue Gran Maestro y Gran Prior del Gran Priorato de las Galias, durante el período de 1973 hasta su desafortunada muerte en 1976, tras una larga enfermedad.

 

 Acerca del autor



Masonería Cristiana
Ramón Martí Blanco

Biografía

Decreto de Creación del Triángulo Masónico Rectificado "Jerusalén Celeste N°13"

El Hombre de Luz / La ordenación sacerdotal y los sacramentos / La vida consagrada / La iniciación / Pascal Gambirasio d’Asseux

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