domingo, 20 de diciembre de 2020

Navidad, Cristo nace en nosotros / GPDH



La adoración de los magos", 1526. Oleo sobre madera. Quentin Metsys

En los últimos años la Navidad se ha convertido en una fiesta del consumo, a lo mucho una fiesta familiar que a veces logra congregar a las familias y unirlas en sentimientos de generosidad. No está de más recordar -pese a que la modernidad ha desprestigiado al cristianismo- el sentido de la Navidad, que no es sólo la fiesta que celebra el nacimiento de Cristo, sino que en el sentido místico que le dieron los Padres de la Iglesia es la fiesta de la theosis, del nacimiento de Dios en el ser humano, en la humanidad y en cada persona.

Orígenes, el más grande exegeta en la historia del cristianismo, escribió: "¿Pues qué bien te hace a ti si Cristo alguna vez se encarnó si no se encarna también en tu alma? Oremos para que su venida tome lugar en nosotros diariamente para que podamos decir: "Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gálatas II, 20). Y luego el padre alejandrino cita el Cantar de los Cantares: "y las vides en flor han esparcido su fragancia" (Ct II, 13). Lo cual, señala, es algo que todos debemos hacer, como vides particulares en las que la divinidad fructifica "una y otra vez", esparciendo esa "fragancia con la que Dios el Creador" dotó al mundo desde el principio.

Esta tradición mística que nace en San Pablo, del nacimiento incesante de Jesús en el alma -es una especie de kénosis y autonegación para hacer espacio, que es una especie de arar la tierra y regarla con agua viviente-, continúa desde Orígenes hacia los Padres griegos y latinos y arriba en la flor del misticismo alemán: Meister Eckhart, el cual escribe: "Todos estamos llamados a ser madres de Dios. ¿Pues qué bien me hace a mí si el eterno nacimiento del Hijo divino ocurre incesantemente, pero no ocurre dentro de mí? Y, qué bien me hace a mí si María está llena de gracia pero yo no estoy también lleno de gracia? ¿Qué bien me hace a mí si el Creador da a luz a su Hijo pero no lo da a luz a él en mi tiempo y en mi cultura? Esto es, entonces, la plenitud del tiempo: cuando el Hijo del Hombre es engendrado en nosotros".

¿Cómo hacer que Cristo nazca en ti? ¿O que lo divino aflore? Abriéndonos al misterio de su divino nacimiento en nosotros a través del anonadamiento personal para que nazca "el Dios con nosotros", el Emmanuel. "Conviene que yo disminuya y Él crezca" (Jn III, 30). Tomar conciencia de que somos nada ante la presencia del que es todo. Rendir nuestro yo y dejar de querer ser para configurarnos por un modo de existir que, siendo aparente disminución, es la única manera de crecer y de acceder al Ser. Es el abandono total en Dios y la plena confianza en la divina Providencia. Humildad que se hace grandeza, pobreza que se convierte en riqueza, vacío que se transforma en plenitud, muerte que engendra vida: "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (San Atanasio).

Desde esta Gran Capellanía os queremos desear a todos vosotros y a vuestras familias, una Feliz Navidad y un próspero Nuevo Año 2021 lleno de paz y de bendición.





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