domingo, 12 de abril de 2020

Homilía para la Pascua de Resurrección | San Gregorio de Nisa




Masonería Cristiana
óleo | Hans Holbein  1530


Al atardecer del primer día (Jn 20,19)



He aquí una sabia máxima: “En los días buenos se olvidan los malos” (Eclesiástico 11,25). Hoy es olvidada la primera sentencia llevada contra nosotros, ¡no sólo olvidada sino anulada! Este día ha borrado completamente todo recuerdo de nuestra condenación. Antes el parto transcurría en el dolor, ahora nuestro nacimiento es sin sufrimiento. Antes éramos sólo carne, nacíamos de la carne. Hoy, lo que nace es espíritu, nacido del Espíritu. Ayer nacíamos simples hijos de los hombres, hoy nacemos en hijos de Dios. Ayer fuimos rechazados por el cielo y la tierra, hoy, quien reina en los cielos hace de nosotros ciudadanos del cielo. Ayer la muerte reinaba a causa del pecado. Hoy, la justicia retoma el poder gracias a la Vida.

Un solo hombre nos ha abierto antiguamente las puertas de la muerte. Hoy un solo hombre nos trae de vuelta a la vida (cf. 1Cor 15,22). Ayer habíamos perdido la vida a causa de la muerte. Hoy la Vida ha destruido la muerte. Ayer la vergüenza nos hizo esconder bajo la higuera. Hoy la gloria nos atrae hacia el árbol de la vida. Ayer la desobediencia nos había expulsado del paraíso. Hoy nuestra fe nos hace entrar en él. Nuevamente el fruto de vida nos es ofrecido, para que disfrutemos tanto como queramos. Nuevamente el manantial del Paraíso con su agua, que nos irriga por los cuatro ríos de los evangelios (cf. Gn 2,10; Apoc 22,1-2), refresca la faz de la Iglesia. (…)

¿Qué debemos hacer sino imitar en sus saltos de alegría a las montañas y las colinas de las profecías? “Los montes saltaron como carneros y las colinas como carneros” (Sal 114 (113ª), 4). “¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor!” (Sal 95 (94),1). Él ha destruido la potencia del enemigo y elevado el gran trofeo de la cruz. (…) Digamos entonces que “el Señor es un Dios grande, el soberano de toda la tierra” (cf. Sal 95 (94),3; 47 (46),3). Corona el año con sus bienes (cf. Sal 65 (64),12) y nos reúne en un coro espiritual, en Jesucristo nuestro Señor, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

¡Amén!


San Gregorio de Nisa 
(c. 335-395)
monje, obispo

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