lunes, 20 de abril de 2020

RELACIONES ENTRE MASONERÍA Y CABALLERIA ¿ES EL ESCOCISMO EL ESLABÓN PERDIDO




Esta imagen fue proporcionada por la Biblioteca Británica a partir de sus colecciones digitales. También está disponible en la página web de la Biblioteca Británica. Entrada en el catálogo: Royal MS 2 A xxii, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11376545




Es comúnmente aceptada entre los masones de la masonería moderna actual la relación entre masonería y caballería. Dicha relación es establecida por vez primera por el caballero escocés Andrew-Michael Ramsay (1686-1743) en su célebre discurso(1)  pronunciado en 1736, en que formula una relación fabulosa entre la primera masonería de oficio u operativa y la caballería que nunca llegó a ser demostrada, pero que sirvió para relacionar míticamente ambas instituciones, si bien existe entre ambas –en su segundo estadio en que ambas han llegado a nuestros días- ciertos paralelismos y coincidencia en sus fines y objetivos.

La masonería especulativa, en sus diversos ritos o sistemas masónicos que nos son conocidos, tiene a la caballería muy presente en sus estructuras (en sus grados denominados –en muchos casos indebidamente- “superiores”, “filosóficos” o “colaterales”), aunque su encaje en dichos sistemas, no siempre resulte coherente ni tiene en todos los casos la forma de orden de caballería religioso-militar por todos conocida. Hagamos un repaso por los sistemas masónicos en que la caballería está presente.

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, la caballería está presente en algunos de sus grados, pero como un grado masónico más dentro de la estructura de 33 grados de que se compone ese sistema masónico. No se ajusta pues a la noción de Orden de Caballería de que estamos hablando.

En el Rito de Memphis y Mizraïm (compuesto de 99 grados) tienen también grados caballerescos (en particular del 15 al 32) pero son considerados como un grado masónico más dentro de su estructura y están entremezclados con lo cual no se ajusta tampoco a la noción de la que estamos hablando.

En el Rito Francés (tanto en sus acepciones Moderno o Tradicional), existe una Cuarta Orden, denominada “Príncipe Rosa-Cruz” que es un grado claramente caballeresco pero cuyo comportamiento formal y signos exteriores son meramente masónicos. Es preciso decir de pasada que el Rito Francés es en sus orígenes nítidamente cristiano, si bien en su acepción “Moderna” ha dejado de serlo, continuando solamente como rito cristiano en aquellas Obediencias que continúan practicándolo como en sus orígenes.

En los Ritos ingleses (véase Emulación y York) existe claramente por encima de los tres primeros grados simbólicos una orden de caballería, denominada de los Knights Templar, pero que queda desgajada y despegada de su estructura anterior y sin orden de continuidad, estando allí como un ente autónomo que se conoce como “grados colaterales” aunque su acceso esté restringido a masones cristianos, mientras que esa exigencia no es tenida en cuenta en la masonería simbólica de la que se nutre y provee dicha orden de caballería, cosa que puede causar controversia entre los masones no cristianos que llegan a sus puertas y desconocen dicha exigencia de acceso, al verse excluidos.



Tenemos por otra parte una serie de sistemas masónicos –algunos de ellos todavía existentes y vivos a día de hoy, y otros que desaparecieron en el siglo XVIII (a pesar de ciertos intentos por recuperarlo sin ningún tipo de filiación)- que tienen dentro de sus estructuras sendas Órdenes de caballería –aunque no coincidan entre ellas en las subdivisiones existentes dentro de esas Ordenes caballerescas- y que tienen por origen el desaparecido sistema masónico conocido como Estricta Observancia, así como denominador común la exigencia de ser cristiano trinitario para poder acceder a las Obediencias que lo practican, y una clase masónica entre lo considerado comúnmente como masonería simbólica y la Orden interior de Caballería, que es el grado de Escocés y que actúa a modo de bisagra entre la clase simbólica y la Orden de Caballería, dando un encaje al conjunto coherente y estructurando mientras que en otros sistemas masónicos ese conjunto queda descohesionado.



Me estoy refiriendo –por una parte- al Rito Sueco[2] (practicado por las Obediencias nórdicas de los países escandinavos: Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia pero también Islandia) y al Rito de Zinnendorf[3], practicado todavía en Alemania (y tambiénen Austria), en el seno de la Grosse Landesloge der Freimaurer von Deutschland, y por otra, al Régimen Escocés Rectificado(4) , practicante de lo que se conoce como Rito Escocés Rectificado. Quedaría finalmente la Estricta Observancia, desaparecida en Alemania poco después de 1782, pero con fuertes vínculos con el Régimen Escocés Rectificado como explicaremos más adelante, y que al fin y al cabo fue la cuna de todos estos sistemas masónicos últimamente mencionados.


Tanto el Rito Sueco, como el Rito de Zinnendorf, el Régimen Escocés Rectificado y la Estricta Observancia en su momento, son todos ellos cristianos trinitarios como por otra parte lo era la masonería de oficio u operativa y así mismo la especulativa en sus comienzos.

Sobre el origen cristiano y en particular católico-romano como no podía ser de otra manera en el siglo VIII de la masonería de oficio u operativa, tenemos autores que han estudiado en profundidad -como es el caso de Eduardo R. Callaey[5]- los orígenes de la masonería medieval, quedando establecido en qué modo y manera la Orden benedictina y personajes tales como san Beda (apodado el Venerable) en Inglaterra con su libro Acerca del Templo de Salomón y posteriormente en el siglo XI en Alemania, Wilhelm de Hirsau[6], en las logias benedictinas establecidas en Alemania con lo que se conoce como constituciones Hirsaugienses, dotaron a las agrupaciones de simples constructores de un sentido trascendente a su oficio, poniendo a Dios como centro, objetivo y fin de su trabajo. De este modo, esos constructores y picapedreros, vinieron a transmitir no solamente un conjunto de conocimientos técnicos relacionados con el oficio de construir, sino que desarrollaron también un lenguaje propio que hablaba de la historia del hombre y de la Creación, y que dejaron esculpido en la piedra de multitud de capiteles y pórticos extendidos por toda Europa, instruyendo al pueblo y su posteridad sobre las verdades que profesaban.

Quizá los únicos que pongan todavía en duda hoy esos orígenes cristianos y el papel determinante de la Orden benedictina en lo que podríamos llamar la “cristianización” del oficio de construir de esas primeras agrupaciones o guildas, sean los mismos masones, como tuve ocasión de comprobar en una reciente visita turística al antiguo monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes, en el paraje del Cap de Creus en Girona. Dicho monasterio, abandonado definitivamente para su función hacia finales del siglo XVIII a causa de la desamortización de Mendizabal, cuenta con una iglesia románica del siglo X cuya extraordinaria altura y originalidad arquitectónica la convierte en edificio único en el mundo medieval. Pues bien, pude oír como el guía que explicaba a un grupo de turistas visitantes los pormenores de la construcción, daba por sentado que los monjes benedictinos –juntamente con otros obreros laicos- fueron los autores de tan extraordinaria obra.

Sucede de modo parecido con la caballería, que viene a sufrir también un proceso de cristianización, que viene a darle el sentido por todos conocido, convirtiendo al hasta entonces simple guerrero montado en un caballo en caballero, dotándolo de los ideales que le son propios.

El ejemplo más relevante y por todos conocido dentro de la caballería es la Orden del Temple, que por su desgraciada desaparición, desde siempre se ha visto rodeada por un halo de épica que hace que todavía hoy continúe vivo un destacado interés hacia esa desafortunada Orden de los “pobres caballeros de Cristo” y que nos veamos rodeados de distintas organizaciones de cariz neotemplario que exhiben sus indumentarias y signos distintivos. No obstante, es preciso decir que tampoco fueron los primeros(7) .

Fuera como fuere, el caso es que entre los años 1118 y 1119, nueve caballeros franceses capitaneados por Hugo de Payens, se reúnen en Jerusalén, dedicándose a la protección de los peregrinos cristianos que allí acudían, pidiendo el reconocimiento y normalización de su situación a Roma, quien los reconoce en el año 1129 en el Concilio de Troyes, solicitando a Bernardo de Claraval que les otorgue una Regla como así hace y se aprueba con pequeñas modificaciones en el mismo Concilio. Veamos de pasada que Bernardo de Claraval era perteneciente a la Orden Cisterciense y que esta Orden surgió como una restauración de la Regla benedictina, cuyo principio ora et labora estructuró el imperio carolingio y puso las bases del mundo occidental, constituidas por la tradición cristiana. Esos mismos orígenes, completamente olvidados, ni tan siquiera son mencionados por nuestros actuales gobernantes, que han sido incapaces de reconocerlos cuando la confección del tratado que se conoce como Constitución europea, aprobada el 18 de junio del 2003, como si esos orígenes cristianos resultaran vergonzantes.

Pues bien, lo que dio cohesión a esas incipientes agrupaciones de constructores, transformándolas profundamente, lo que dio sentido al guerrear de esos simples guerreros montados a caballo, trastocándolos en caballeros, lo que dio carta de naturaleza a ambos movimientos fue la tradición cristiana, y si hemos de decir a las cosas por su nombre aunque a día de hoy pueda parecer poco “políticamente correcto”, se lo debemos a la Iglesia de Roma, ya que mal que pese, la Iglesia no se dividió hasta el año 1054, y aunque en esa fecha no se conocía todavía la existencia de ninguna orden de caballería como tal (ya que los primeros documentos que nos hablan de la Orden del Hospital datan del 1084) en el mundo Oriental –si bien existieron diversas modalidades de guerreros que luchaban a caballo- nunca llegó a cuajar la noción de Orden religioso-militar de la que estamos hablando, y remito a los posibles interesados al trabajo de mi buen amigo Ferran Juste(8)  sobre el particular. En cualquier caso, tanto en la masonería histórica como en la caballería, el cemento que ha amalgamado cada una de las instituciones ha sido la tradición cristiana.

Sin embargo los paralelismos entre la masonería operativa y la caballería no se limitan a su extracto cristiano, sino que van mucho más allá. Si antes decíamos que los picapedreros desarrollaron un lenguaje simbólico y mitológico que supieron desarrollar y dejar esculpido a lo largo de capiteles y pórticos tanto románicos como góticos, la caballería ha tenido y continúa teniendo un lenguaje que le es propio y que la caracteriza, y ese lenguaje es la heráldica también conocido con el sobrenombre de Noble Ciencia.

Así la heráldica fue incorporando distintos esmaltes, subdivididos en dos metales (oro y plata); cinco colores: azur (azul), gules (rojo), sable (negro), sinople (verde) y púrpura (morado), y dos forros: armiños y veros. Cada uno de esos esmaltes tenía y tiene su significado simbólico, y ciertos heraldistas llegan a asociarlos con los distintos planetas(9) . Surgieron también una serie de “particiones” del escudo que coincidían con cuatro golpes guerreros y que se llaman: Partido, Cortado, Tronchado y Tajado; maneras de dividir el “campo” del escudo en “cuarteles” y la importancia jerárquica de lo situado en cada uno de los cuarteles, al igual que una serie de “muebles” expresando cada uno de ellos una determinada cosa y constituyendo todo junto un lenguaje que “hablaba” y nos decía cosas del portador de esas Armas.

Todo eso se convirtió en un lenguaje, que la casta de los caballeros que formaba parte de la nobleza sabía descifrar y leer. La importancia de ese lenguaje es tal que ha constituido el génesis del lenguaje gráfico actual y podemos ver vestigios por todas partes de dicho lenguaje heráldico en los logotipos y marcas comerciales, en los escudos distintivos de casi todas las ciudades europeas y del mundo, en el papel moneda e incluso en las mismas señales de tráfico.

Canteros y caballeros sin aparente relación directa pero movidos por un mismo ideal presidido por la Omnipresencia de Dios que regula todos sus actos y pensamientos, y que se expresa por un lenguaje, esculpido en la piedra en un caso y con cierto aire rudimentario, y sofisticado y elaborado otro, pero ambos expresando las Virtudes que mueven a uno y otro colectivo, virtudes todas ellas provenientes y ancladas en la tradición cristiana. Sin tener ninguna relación directa documentada ¡cuántos paralelismos!, ¡cuánta coincidencia de miras!

Y volvemos aquí al comienzo de nuestra exposición: la posible relación o no entre masonería y caballería. Hemos visto hasta aquí una cierta coincidencia en cuanto a miras y objetivos de una y otra Institución, y hemos empezado el presente estudio refiriéndonos al famoso discurso del caballero escocés Ramsay(10) . Por otro lado, hemos visto como ciertos Ritos masónicos, como el Rito Sueco, el Rito de Zinnendorf o el mismo Rito Escocés Rectificado (surgidos todos ellos de la extinta Estricta Observancia), se caracterizan por tener, además de una Orden de Caballería, el grado de Maestro Escocés a modo de bisagra o conexión entre los tres primeros grados simbólicos (Aprendiz, Compañero y Maestro Masón) y la Orden de Caballería, lo que nos hacía preguntarnos –a modo de subtítulo de nuestra exposición- si no sería el Escocismo el eslabón perdido entre la relación de masonería y caballería.

Es éste un punto muy importante a tener en cuenta pues explica las razones –en absoluto caprichosas- de la existencia de un grado de Escocés en la masonería de la Estricta Observancia (también denominada Masonería Rectificada de Dresde”), sistema masónico y caballeresco nacido en Alemania en 1751, gracias a Karl Gotthelf von Hund und Altengrottkau (1722-1776), presente también en Francia en la masonería francesa de la época (no hemos de olvidar tampoco su presencia en el R.E.A.A., cuyo grado 29 se denomina precisamente “Gran Escocés de San Andrés”, además de figurar como apelativo en su denominación: Rito Escocés Antiguo y Aceptado) es decir, en la Europa continental, a mitades del siglo XVIII, mientras que dicho grado de Escocés no existe para nada en la masonería inglesa (Ritos de Emulación y York). Por otra parte, ciertos estudios publicados últimamente relacionados con la cuestión que nos ocupa, vendrían a cuestionar los mismos orígenes de la masonería especulativa que han sido hasta hoy moneda de cambio y comúnmente aceptados por todo el mundo masónico, que establecería como origen de la actual masonería especulativa, la reunión de las 4 Logias de Londres en 1717 que darían lugar a la Gran Logia de Londres.

Los estudios que mencionamos(11)  vendrían a demostrar -con el correspondiente apoyo documental- que los orígenes de la masonería especulativa hay que buscarlos realmente entre los escoceses estuardistas, que se vieron obligados a exiliarse a Francia en 1689. Lo cierto es que hubo una pugna dinástica por el trono de Inglaterra entre los Hannover (protestantes) y los Stuart (católicos), pugna de la que salieron perdedores los estuardistas, teniendo Jacobo II y sus seguidores, que ir a pedir asilo a Luis XIV de Francia, que se lo ofrece en el viejo castillo de Saint-Martin-en-Laye, desde donde Jacobo II esperaba emprender una guerra de reconquista. La historia nos dice que sus tentativas fracasaron, al igual que las de su hijo Jacobo III, más tarde refugiado en Italia, que organizará varias expediciones hasta 1745-1746. Sus partidarios son los que nombramos como jacobitas, y entre los más eminentes, se encontraban gran número de masones.

Pero sucede también por lo general que a menudo la historia es escrita por los vencedores, y por lo que a la historia masónica concierne, hemos de recordar que los vencedores de la pugna dinástica fueron los Hannover, siendo estos los que impusieron la hipótesis histórica por todos conocida y que ha venido en convertirse en la vulgata masónica, consistente en las cuatro logias con los nombres de los animales de las tabernas donde esas logias se reunían, y que se reunieron el 24 de junio de 1717 para formar la Gran Logia de Londres y Westminster.

La pugna dinástica y su resultado, explica también las razones por las que los ritos ingleses, si bien tienen la orden de caballería de los Knights Templar, no tienen ni rastro del grado de Maestro Escocés de San Andrés (santo patrón de Escocia por otro lado) porque les recordaría al enemigo derrotado. Dentro del mundo masónico inglés, la pugna dinástica se traduciría de algún modo en el enfrentamiento entre Antiguos y Modernos, que mantuvo la incipiente masonería especulativa dividida casi desde sus inicios por espacio de 63 años, y hasta el 27 de diciembre de 1813 en que se produjo la reunificación.

Consecuencias de esa misma puga dinástica por el trono de Inglaterra, podemos verlas trasladadas a las Constituciones del pastor protestante James Anderson y Jean Théophile Désaguliers (en sus sucesivas versiones) constituciones, a cuyo ambiguo redactado, una gran mayoría de historiadores le atribuyen una descristianización de facto de la masonería, ya que las anteriores constituciones históricas(12)  les parecerían con un redactado demasiado “católico” a los vencedores de esa pugna.

Toda la masonería francesa y continental (en el siglo XVIII el Canal de la Mancha resultaba una distancia insalvable, y no tan solo por razones de distancia geográfica) está impregnada de esa masonería escocesa y jacobita y de ahí las razones de la presencia del grado de Maestro Escocés de San Andrés en los distintos sistemas masónicos que surgieron y la asociación entre masonería francesa y escocismo. Sin embargo, es en la masonería alemana de la Estricta Observancia –y de los distintos sistemas masónicos surgidos de la misma-, donde ese grado de Maestro Escocés entra en relación directa con la Orden de Caballería, pero formando parte de la misma estructura, sin división ni rompimiento alguno.

Así pues, si existe algún vínculo en la masonería actual o especulativa entre Caballería y Masonería, éste hay que buscarlo a partir de la masonería escocesa establecida en Francia a causa del obligado exilio y de los masones escoceses jacobitas que la fueron extendiendo hasta llegar a Alemania, donde cuajó y tomó forma en la Estricta Observancia, y los sistemas masónicos surgidos de ella como el Rito Sueco, el Rito de Zinnendorf y el Rito Escocés Rectificado, en los que está siempre presente de una u otra forma el grado de Maestro Escocés de San Andrés, siendo un grado intermedio con la Orden de Caballería y actuando a modo de bisagra o puerta(13) de acceso entre la Orden masónica y la Orden interior o de Caballería, y constituyéndose en auténtico vínculo que viene a unir dos Instituciones: la Masonería y la Caballería, que en su primer estadio no tuvieron ningún vínculo demostrable.

Hay entre los propósitos y finalidades de ambas Instituciones, paralelismos destacables antes señalados, como el hecho que la religión católico-romana les dio carta de naturaleza y sentido a su existencia y el desarrollo de un lenguaje propio, esculpido en la piedra en un caso y pintado sobre los escudos con que se protegían los caballeros en otro. Albañiles dedicados a la construcción y guerreros montados a caballo, ya los hubo antes, pero fue la religión la que dio un sentido trascendente a lo que hasta entonces solo había sido un quehacer o dedicación diaria.

André Kervella(14), en su libro, cuestiona acertadamente los orígenes exclusivamente ingleses de la masonería especulativa y echa por los suelos la teoría hasta hace poco establecida sobre esos mismos orígenes. Si reflexionamos y tenemos en cuenta lo aportado en el presente estudio y la lógica de los hechos históricos producidos, veremos que viene a corroborar las afirmaciones de Kervella sobre la antigüedad de la masonería escocesa, anterior a la inglesa aunque tan solo sean veintinueve años antes.

Se quiera o no, de un modo u otro, masonería e intereses políticos han ido siempre de la mano, y la masonería inglesa nunca ha perdonado a la masonería francesa que Luis XIV (el rey Sol) diera cobijo a Jacobo II y los masones que iban con él. Quizá por ello, la masonería inglesa y la Gran Logia Unida de Inglaterra, cuando logró en 1929 imponer su noción de Regularidad, una de cuyas condiciones principales consistía en establecer que la masonería simbólica se compone exclusivamente de los tres primeros grados (dejando teóricamente fuera de dicha Regularidad todos los sistemas masónicos que tienen y consideran el grado de Maestro Escocés de San Andrés como un grado simbólico que cumplimenta y culmina el grado de Maestro Masón), dieron distinto trato a las Obediencias masónicas escandinavas, practicantes todas ellas del Rito Sueco (y tienen como simbólico el grado de Maestro Escocés) a las que reconocieron inmediatamente y sin problemas (igual hicieron con el Rito de Zinnendorf en Alemania), mientras que en Francia, el Gran Priorato de las Galias, (poco años después, en 1935) tuvo que terminar doblegándose y aceptar en 1958 la firma de un Tratado(15)  con la Gran Logia Nacional Francesa (a la sazón, única Obediencia Regular en Francia reconocida por la Gran Logia Unida de Inglaterra), el dividir su masonería simbólica (cercenando el grado de Maestro Escocés de los tres primeros) para poder tener acceso a esa noción de Regularidad.

Por las muchas veces que la he mencionado, por ser la “madre” de distintos sistemas masónicos surgidos de ella, y antes de terminar el presente estudio, merece especial atención dedicar un pequeño espacio a explicar que fue la Estricta Observancia.

Este sistema, cuyo verdadero nombre era el de “Alta Orden de los Caballeros del Temple en Jerusalén”, lo debe casi todo a un solo hombre, precisamente su Reichsfreiherr, es decir el barón del Imperio Karl Gotthelf von Hund y Altengrotkau, señor de Lipse, chambelán de su Alteza Serenísima el Elector de Colonia y Elector de Sajonia, consejero de Augusto III de Polonia. Iniciado a la edad de diecinueve años en Francfurt, es gracias a su estancia en París, entre diciembre de 1742 y septiembre de 1743 que se convertirá al catolicismo(16) y que, según sus palabras, es recibido en un “Capítulo Templario”, en presencia de Lord Kilmarnock, por un extraño y misterioso Caballero llamado Eques a Penna Rubra (Caballero de la pluma roja), del que guardaba la íntima convicción que se trataba en realidad del pretendiente Estuardo, Carlos III (1720-1788), Gran Maestro de la Orden de Jerusalén, que lo nombra en esta ocasión Gran Maestro de la VIIIª Provincia. Este último le habría confiado que su misión, siguiendo las órdenes de los “Superiores Desconocidos”, era la de reformar, la de “rectificar” la francmasonería.

El barón de Hund que dedicará su vida, su fortuna y sus dominios a la Estricta Observancia hasta su muerte en 1776, algunos años después del regreso a sus tierras hacia 1751, y después de haber fundado en Unwürde una Logia llamada “Aux Trois colonnes”, se asocia con Wilhelm Marschall von Biberstein, Gran Maestro provincial de las Logias inglesas y fundador del taller de Altenburg, “Archimède aux Trois planches à tracer”, y del establecido en Naumburg sur Saale, “Les Trois marteaux”, talleres a partir de los cuales estableció un Capítulo de “Altos Grados”(17) .

Esta asociación desembocó en la constitución de una “Orden Interior” que desarrollaría una doble leyenda según la cual, en un primer tiempo, la masonería escocesa descendería en línea directa de la Orden del Temple(18), y en segundo lugar, que ésta masonería tendría por origen los Estuardo que estaban trabajando por reconquistar su corona y restablecer con ello la supremacía del catolicismo.

De naturaleza puramente aristocrática –solo se recibía a nobles en posesión de títulos auténticos- la Estricta Observancia, incluso si la Guerra de los Siete Años (1756-1763) interrumpió por un tiempo su expansión, gozó rápidamente de un considerable prestigio entre los iniciados alemanes, prestigio que se explica en parte, según Le Forestier, “por la destreza con que sus fundadores habían sabido concentrar en algunos grados, religados por una leyenda juiciosamente escogida, todos los temas masónicos importantes”(19) , y también por la impresionante fuerza de las ceremonias que se practicaban y la rigurosa disciplina militar y religiosa que presidia sus asambleas, que contrastaba singularmente con la atmósfera superficial y mundana de las Logias inglesas.


La Estricta Observancia, tuvo tres Conventos que resultaron claves en su formación: el de Kholo (1772), el de Berlín (1773) y el de Bruswick /1775).

El primero, celebrado entre el 4 y el 24 de junio, marca el pleno apogeo de la Estricta Observancia. Se establece un acuerdo con el “Clericato” de Starck, sistema limitado a 90 miembros y que pretendía encarnar el clero de la Orden del Temple que se habría mantenido en secreto desde el siglo XIII. Hund será elegido Gran Maestro de la VIIª Provincia, y Ferdinand de Brunswick (1721-1792), Duque de Brunswick-Lunebourg-Wolfenbüttel, hermano del Duque reinante Karl Iº, cuñado del Rey de Prusia, Eq. a Victoria, designado como Gran Maestro de todas las Logias Escocesas bajo el título de “Magnus Superior Ordinis Muratorum Electorum Templi per Germaniam inferiore”. Se abre a partir de Kholo, un período de expansión importante, instalándose en Francia, Suiza, Dinamarca, Polonia, Hungría y en Rusia, mientras que Italia quedó integrada en la VIIIª Provincia de la Alta Alemania, y Saboya a la IIª Provincia de Auvernia. En Francia se organizará el “Directorio Escocés” de la Reforma en tres provincias: Borgoña, Occitania y Auvernia, teniendo por capitales Estrasburgo, Burdeos y Lyon.

El Convento de Berlin se desarrolló entre el 14 y el 19 de octubre de 1773. El hecho destacable de ese Convento, fue el enfrentamiento entre Zinnendorf y Ernst Werner von Raven (1727-1787) y que propició la salida y abandono de Zinnendorf, que reivindicaba claramente un esoterismo fundamentado en la magia divina y estaba muy poco interesado en la leyenda templaria, mientras que los dignatarios de la Estricta Observancia tenían como única reivindicación el reapropiarse de la herencia templaria.

Finalmente el Convento de Brunswick, con sesiones que irían del 26 de mayo al 6 de julio de 1775, reuniendo a más de veintidós Príncipes alemanes, sirvió en realidad para someter a interrogatorio a Hund sobre las calificaciones y la autenticidad de los títulos, que supuestamente lo vinculaban directamente con la extinta Orden del Temple. 

Acorralado, Hund, presentó una supuesta patente, firmada por un tal Georges Guillaume, al parecer “Gran Maestro de los Templarios”, pero Hund no llegó a convencer a mucha gente con este documento del que por otra parte fue incapaz de ofrecer detalles precisos sobre las condiciones de su atribución. Un año más tarde, en 1776, Hund moría en Meininguen, llevándose a la tumba su secreto. Como escribe Walter Hess: “Todos estos acontecimientos mostrarían claramente que el sistema, en despecho de su impresionante despliegue, reposaba sobre frágiles bases. Le Magnus Superior Ordinis, el Duque Ferdinand de Brunswick y su suplente, el Príncipe Charles de Hesse, se dieron perfecta cuenta de ésta situación. A partir de 1777, desarrollaron planes para una reforma total de la Estricta Observancia(20) .”

Pocos años antes, en 1773, un hombre excepcional, patriarca de la masonería francesa y en general de la masonería occidental: Jean-Baptiste Willermoz (1730-1824)(21), había establecido contacto con el barón Weiler, representante de von Hund. Esos contactos dieron como fruto la entrada de Willermoz y los suyos en la Estricta Observancia y tras el Convento de Brunswick y de la debacle de Hund, el Duque Ferdinand de Brunswick vio en Willermoz la posibilidad de dotar de contenido a un sistema que había quedado vacío y entrado en crisis, abriéndose a una serie de reformas que habrían de darles un aire nuevo.

Se produce aquí la gestación del Régimen Escocés Rectificado, que se formó en base a dos Conventos fundacionales: el de las Galias, celebrado en 1778 en Lyon, y el de Wilhelmsbad, celebrado en un balneario cerca de Anau, en Alemania, que ratificó los acuerdos del primer Convento(22)  y aprobó rituales del Rito Escocés Rectificado y códigos que regulaban su funcionamiento. El Convento de Wilhelmsbad, fue convocado por el Duque Ferdinand de Brunswick, y previamente a la convocatoria, hizo circular un cuestionario por todas las Prefecturas y establecimientos de la Orden, cuyas respuestas deberían debatirse en el Convento con el fin de hacer participar a todo el mundo. Entre las cuestiones planteadas, estaba la conveniencia o no de continuar manteniendo un vínculo directo con los Templarios. El cuestionario obtuvo desigual respuesta, pero hubo una –que curiosamente llego tarde y nunca fue tenida en cuenta- en la que Joseph de Maîstre, en representación de la Prefectura y establecimientos de la Orden en Chambery, se cargaba el mito de los Superiores Desconocidos de la Estricta Observancia (en realidad los Estuardo a la sombra que pretendían recuperar el trono de Inglaterra), así como la conveniencia de mantener cualquier vínculo con la Orden del Temple(23) . Tampoco Willermoz estará convencido de la conveniencia de mantener dicho vínculo, y en su proyecto de reforma, cambiará la denominación de la Orden de caballería existente por la de Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, queriendo mantener únicamente un lazo, no con lo que se convirtieron finalmente, sino con los pobres Caballeros de Cristo que eran en un principio(24) .

Lo que había de ser una reforma de la Estricta Observancia, no convenció a todos y básicamente las Logias alemanas, de regreso de Wilhelmsbad, volvieron a sus rituales y manera de hacer, no aceptando la reforma aprobada, lo que supuso su progresivo declive hasta llegar a su total extinción. El Régimen Escocés Rectificado, por su parte, tampoco tuvo mucho tiempo para poder desarrollarse en Francia a causa de los alborotos y acontecimientos de la Revolución, que se iniciaron en 1789 y paralizaron toda actividad masónica, exiliándose a Suiza donde pervivió ininterrumpidamente hasta su regreso a Francia ya en 1910.

En resumen y para terminar, si se quiere buscar algún vínculo entre Masonería y Caballería, quien tiene mucho que decir es la masonería escocesa, y en particular el grado o grados (según sea el sistema) de Maestro Escocés de San Andrés que constituyen el engranaje y se convierte en el eslabón perdido, que cuando falta, hace que la Orden de Caballería se convierta en algo sin demasiado sentido.

Creemos haber expuesto claramente las razones –por supuesto políticas- que han llevado a que su presencia no sea posible en la masonería inglesa, lo que les ha llevado a la necesidad de buscar distintos grados colaterales que viniera a suplir dicha carencia.

La hipótesis inglesa de la creación de la masonería especulativa de 1717, por los años que lleva establecida, necesitará algo más que el libro de André Kervella para que se rompa una inercia, que ha hecho que muchos masones la repitiéramos como cotorras –entre ellos yo mismo, ¿cómo no?- sin cuestionarla, pero sin embargo los argumentos de Kervella encajan perfectamente con los acontecimientos históricos sucedidos en paralelo, que toman gracias a ese libro una nueva luz y vienen a explicar muchas cosas hasta ahora poco claras.

Por lo demás, para ilustrar los paralelismos y la coincidencia de finalidades y objetivos entre la Orden Masónica y la Orden Caballeresca, recordaré un fragmento del Catecismo por Preguntas y Respuestas para el Aprendiz del Rito Escocés Rectificado, cuando se le pregunta: ¿Qué venís a hacer en Logia como Aprendiz?, a lo que el interesado responde: Vengo a aprender a vencer mis pasiones, a superar mis prejuicios y a someter mi voluntad, para hacer nuevos progresos en la Francmasonería (25), para confrontar esa respuesta con la imagen del caballero san Jorge, montado en su caballo, protegido con su escudo y arremetiendo con su lanza contra el dragón, simbolizando el dominio de uno mismo y las propias pasiones, representado por el caballo –animal dominado por el jinete- arremetiendo contra el mal del mundo, viva imagen de todo cristiano que teniendo por meta la Jerusalén Celeste, sabe que tiene que luchar en este mundo para poder aspirar a su meta celeste.

Ramón Martí Blanco

Publicado en PAPELES DE MASONERÍA VIII del Centro Ibérico de Estudios Masónicos (C.I.E.M), Madrid 2014 – ISSN: 1887-9128 07


Notas:
  Biblioteca de Epernay: manuscrito nº 124 del 26 de diciembre de 1736. Hay una segunda versión de dicho discurso, pronunciada en 1737.
2 El Rito Sueco fue fundado en 1759 por Carl Friedrich von Eckleff (1723-1786). La estructura del Rito Sueco está organizada a partir de un total de once grados repartidos en tres grupos, más un cuarto grado con carácter administrativo. Los dos primeros grupos están dedicados a los santos apóstoles Juan y Andrés, mientras que el tercero se denomina “Capítulo”. El último grado, el grado XI, está en posesión de no más de 60 masones, nombrados directamente por la Gran Logia de Suecia. Los miembros de este grado decimoprimero forman el Gran Capítulo del rito, el cual está presidido por el rey, el príncipe heredero, o bien el segundo varón en la línea sucesoria al trono de Suecia. Existe aún un decimosegundo grado más, el cual lo posee exclusivamente el rey de Suecia, o bien el varón de más alto rango dentro de la familia real.
Grados de San Juan
1. Aprendiz / 2. Compañero / 3. Maestro
Grados de San Andrés
4. Maestro Elegido de San Andrés / 5. Maestro Escocés o Maestro de San Andrés / 6. Caballero de Oriente o Novicio.
Grados Capitulares
7. Muy Ilustre Caballero de Occidente o Verdadero Templario o Favorito de Salomón / 8. Muy Alto e Ilustre Caballero del Sur o Maestro Templario / 9. Hermano Iluminado o Favorito de San Andrés o del Cordón púrpura / 10. Hermano de la Cruz o Muy Iluminado.
Grados Administrativos
11. Muy Alto e Iluminado Caballero de la Cruz Roja. Gran Dignatario del Gran Capítulo / 12. Maestro reinante. Stathouder, vicarius Salomonis, sacrificatus, iluminatus, magnus Jeovah.
3 El Rito de Zinnendorf, que debe su nombre a su fundador Johann Wilhelm von Zinnendorf (1731-1782), que fue uno de los más próximos colaboradores de von Hund en su empresa inicial de creación de la Estricta Observancia. No obstante Zinnendorf, Eq. a Lapide Nigro, decidirá tomar distancias respecto a la Estricta Observancia en diciembre de 1766, y edifica, en 1770, la Gran Logia de los Francmasones de Alemania (Grosse LandesLoge der Freimaurer von Deutschland) gracias a los rituales recibidos del sueco Carl Friedrich Eckleff, recibiendo la Gran Logia de Zinnendorf la protección de Federico el Grande y siendo reconocida por la Gran Logia de Londres. Schubart, que había sido iniciado en Braunschweig, en octubre de 1762, fue recibido después Maestro Escocés por Johann Joachim Christoph Bode en Hildesheim tres meses más tarde, y finalmente nombrado Diputado Gran Maestro de la Madre Logia de Berlín en el mes de noviembre de 1763, encontrándose en este mismo año con von Hund en Altenberg quien lo nombra Visitador General de la VIIª.
El rito de Zinnendorf será reformado hacia el año 1819 por Christian Carl Wilhelm von Nettelbladt (1779-1843) adquiriendo su forma actual estructurado en 7 grados, subdivididos de la manera siguiente:
Masonería de San Juan o azul
Masonería de San Juan o azul
1. Aprendiz / 2. Compañero / 3. Maestro
Masonería de San Andrés o roja
4. Aprendiz y Compañero Escocés / 5. Maestro Escocés
Masonería Capitular
6. Clérigo o Favorito de San Juan / 7. Hermano Elegido.
4 El Régimen Escocés Rectificado, que constituye la Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa –practicante del Rito Escocés Rectificado- fue creado por Jean-Baptiste Willermoz (1730-1824) quien fue su principal artífice e impulsor, tiene por origen el Convento de las Galias, celebrado en Lyon en 1778, y ratificado posteriormente por el Convento de Wilhelmsbad en 1782. Nació como una Reforma de la Estricta Observancia, que ésta no llegó a asimilar lo que produjo su desaparición paulatina pocos años más tarde.
El Régimen Escocés Rectificado está estructurado en 6 grados subdivididos en dos Clases de la manera siguiente:
Clase Simbólica
Logias de San Juan
1. Aprendiz / 2. Compañero / 3. Maestro Masón
Logias de San Andrés
4. Maestro Escocés de San Andrés
Orden Interior de caballería
5. Escudero Novicio / 6. Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa.
Esta estructura en dos Clases: la Clase Simbólica y la Orden Interior, fueron las únicas Clases aprobadas en el Convento de Wilhelmsbad de 1782, así como los rituales para la práctica de cada uno de los grados, constituyendo lo que legalmente hoy es el Régimen Escocés Rectificado. El proyecto inicial de Jean-Baptiste Willermoz, comportaba una tercera Clase secreta, denominada de la Profesión que nunca logró la sanción oficial del Convento. Para mayor información sobre el particular remitimos el lector a la obra de Jean-François VAR, “Los Conventos Fundacionales del Régimen Escocés Rectificado. Lyon 1778-Wilhelmsbad 1782” Editorial MASONICA.ES, julio 2014.
5 Monjes y Canteros (2001) y Ordo Laicorum ab Monacorum Ordine (2004). También en De Templo Salomonis Liber – Manakel 2010.
6 Y antes que él, Rabano Mauro, abad de Fulda y Arzobispo de Maguncia, en el siglo IX. De Templo Salomonis Liber – Manakel 2010, pag. 31.
7 La primera constancia histórica que se tiene de una orden de caballería religioso militar es la del Hospital de San Juan de Jerusalén, creada en el siglo XI, próxima a la Iglesia del santo Sepulcro, de origen amalfitano, Hospital que con el tiempo daría lugar a la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, actualmente Orden de Malta. La primera referencia escrita del Hospital data del año 1084 (Fuente: trabajo de Ferran Juste Delgado sobre las Ordenes de caballería y su origen católico-romano, del 27 de abril del 2011).
8 Ibid.
9 No todos los heraldistas coinciden en hacer la misma “lectura” de las Armas, siendo la más establecida la que podríamos considerar tendencia “racionalista”, pero hay otros heraldistas franceses de tendencia espiritualista como Gérard de SORVAL (“LE LANGAGE SECRET DU BLASON” A. Michel-1981 / “LA MISE EN DEMEURE: Les signes vivants de la chevalerie” J.-L- Accacias-1994) y Pascal GAMBIRASIO (“LA VOIE DU BLASON” Editions Télètes – 2012), que han contribuido con sus obras al estudio de la heráldica como lenguaje vivo, al considerar al hombre en su sentido trascendente
10 En dicho “Discurso”, Ramsay vincula la masonería escocesa a las Ordenes medievales de caballería y a los cruzados, y hace un llamamiento a los Hermanos de “buena voluntad” para “poner orden en el seno del caos” y a establecer con esta finalidad una nueva caballería iniciática que será la base de lo que se ha designado como los “Altos Grados” del escocismo. (Fuente: Jean-Marc Vivenza, “Histoire du Grand Prieuré des Gaules” Les Editions du Simorgh-2011; págs. 28 y 29.
11 El autor es André KERVELLA, y el libro en cuestión: “Les Rois Stuart et la Franc-Maçonnerie” Éditions Ivoire-Clair 2013.
12 Nos estamos refiriendo al Manuscrito Grand Lodge nº 1, del año 1583, el Dumfries nº 4 de 1710, La Institución de los Francmasones de 1725, o el Manuscrito Graham de 1726, sin mencionar otros más antiguos como Los Estatutos de los Canteros de Bolonia de 1248, Los Reglamentos y Ordenanzas de los Masones de la ciudad de Brujas de 1441, Las Constituciones de los Masones de Estrasburgo de 1459, o los Estatutos del Oficio de los Masones de la Villa de Malines de 1539.
13 Al escribir esto nos viene a la memoria el versículo 10, 9 del Evangelio de san Juan, que dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”
14Ver nota 10.
15 Es preciso decir que dicho Tratado fue roto unilateralmente y sin previo aviso (en consecuencia de manera ilegal) en el año 2000 por parte de la G.L.N.F. (ver el libro de Jean-Marc Vivenza “Histoire du Grand Prieuré des Gaules” Les Editions du Simorgh-2011; pág. 241 y siguientes.
16Hay que señalar, que Hund nunca dio a conocer públicamente su conversión al catolicismo, y guardó secreto hasta su muerte de su pertenencia a la Iglesia de Roma.
17 Los grados de la Estricta Observancia:
Aprendiz
Compañero
Maestro
Orden Interior:
Maestro Escocés (o Escocés Rojo)
Escocés verde
Novicio
Caballero Templario
Eques Professus
Para un examen de los grados de Aprendiz, Compañero, Maestro y Escocés verde de la Estricta Observancia, remitimos al lector a un estudio de Jean-François Var: La Stricte Observance, Villard de Honnecourt nº 23, 1991.
18 Las armas de la Estricta Observancia representaban dos Caballeros Templarios sobre un mismo caballo en un escudo cuartelado con la cruz de la Orden.
19 R. Le Forestier, La Franc-maçonnerie templière et occultiste aux XVIIIe et XIXe siècles, Aubier-Montaigne, 1970, pág. 117.
20 W. Hess, Chevaliers et Franc-Maçons, Approche contemporaine du Rite Écossais Rectifié, Ivoire-Clair, 2001, págs. 48-49.
21Cf. “JEAN-BAPTISTE WILLERMOZ, SU OBRA” Jean-François Var, Ediciones MASONICA.ES, 2013.
22 Cf. “LOS CONVENTOS FUNDACIONALES DEL RÉGIMEN ESCOCÉS RECTIFICADO” Jean-François Var, Ediciones MASONICA.ES, 2014.
23 Cf. “LA FRANCMASONERÍA. Memoria inédita al Duque de Brunswick” Joseph de Maîstre, Ediciones MASONICA.ES 2013, págs. 73 a 76.
24 Cf. “JEAN-BAPTISTE WILLERMOZ, SU OBRA” Jean-François Var, Ediciones MASONICA.ES, 2013. Pág. 125
25 Ritual de Aprendiz del R.E.R. [G.P.D.H.], pág. 117.



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Masonería Cristiana
Ramón Martí Blanco

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