Dibujo perteneciente al Libro Caballeria, Francmasoneria y Espiritualidad de: Michel Bédaton y Rémi Boyer |
Raimundo Lulio o Ramón Llull (1232-1316), Filósofo, Teólogo y Poeta nacido en Mallorca, fue uno de los filósofos medievales cuya obra trascendió los límites históricos, culturales y religiosos. La obra de Lulio se deriva de su apasionado proceso de conversión, luego de la cual renuncia a su familia y dedica su vida a la conversión de los infieles, la escritura de textos en diversas lenguas, destinados a mostrar la jerarquía de la fe católica.
El joven Lulio tuvo una visión de Cristo crucificado, que le hizo sentir la llamada a la conversión. A partir de entonces dedicó su vida a la misión [1].
Los especialistas coinciden en señalar que el Libro de la Orden de Caballería [2], fue escrito entre 1275 y 1276, posiblemente a petición de un Escudero próximo a ser armado Caballero; su propósito es instruir a los Caballeros en las virtudes propias de la Orden de Caballería, para que su oficio no fuera considerado mundano, sino con funciones de Caballero Cristiano, conforme a las Leyes y estilo de la Caballería de Cataluña.
Es probable que en la descripción que hace Lulio en el prólogo, de un Caballero que deja la profesión de las armas para retirarse al bosque, se dibuje a sí mismo, pues él se desempeñó como Caballero hasta los 30 años de edad, en que él mismo refiere, se retira del mundo.
La idea central gira en torno a la Caballería como institución, en la que el autor precisa su importancia en la impartición de la justicia, el mantenimiento de la tranquilidad y la felicidad de las poblaciones. Identifica diversos problemas que le acontecía a la Caballería como institución; analiza la actuación de las distintas personas en función del cumplimiento o no de los principios del cristianismo, pues para él, el origen de los desordenes los atribuye al desapego a los principios de la moral cristiana.
Finalmente justifica un conjunto de prescripciones a la manera con que rectamente o según Dios, un Caballero debe emplearse en sus funciones, pues los vicios y desordenes eran comunes entre los Caballeros de entonces, destacándose los actos de injusticia en sus peleas, la vanidad de sus ornatos y procedimientos, entre los más importantes. Lulio pretende que los Caballeros se ordenen en sus actos de acuerdo con los principios del cristianismo.
El libro se divide en siete partes, precedidos de un prólogo, en éste se relata el encuentro entre un antiguo Caballero ya retirado del Oficio, para vivir en el bosque, con un Escudero candidato a Caballero.
El Caballero, en base al libro que ha escrito, instruye al Escudero para llegar a ser un buen Caballero, además le obsequia el libro para que este sea divulgado.
Se precisan los principios de la Caballería, señalando que ante la falta de caridad, lealtad, justicia y verdad, se eligió entre los hombres al más amable, sabio, leal, fuerte, de noble ánimo, mejor trato y crianza, así como el mejor Escudero, el mejor Trotador, la mejor bestia y las mejores armas [3].
Precisa que el Oficio de Caballero fue instituido para mantener la santa fe católica, que dicho Oficio junto con el de Clérigo, se distinguen por encima del resto, puesto que por los Caballeros se mantiene la justicia, al pacificar a los hombres con la fuerza de sus armas[4].
Todo aquél Escudero que pretende ingresar en la Orden de Caballería, requiere ser examinado por otro Caballero que le advierta sobre los peligros, siendo necesario que el Escudero cuente con edad, armas y físico apropiados que aseguren un buen desempeño de su Oficio, en el proceso de elección se descartan a los carentes de virtud o viciosos.
La manera como el Escudero es ordenado Caballero es a través de una ceremonia religiosa, previa confesión y ayuno, debiendo contar con amplio conocimiento de los mandamientos y sacramentos de la fe cristiana. Luego de ser armado debe montar a caballo y manifestarse así a la gente, para que sea reconocido como tal, ello en medio de un gran festín y convites.
La armas y resto de instrumentos de Caballería tienen un significado, la espada simboliza la justicia; la lanza la verdad; el yelmo la vergüenza; la coraza el castillo y la muralla contra los vicios; las calzas de hierro la seguridad; las espuelas diligencia, cautela y ansia; la gola la obediencia; la silla la seguridad de corazón; la testera del caballo la razón; las guarniciones la conservación de bienes y riquezas del Caballero.
El Oficio de Caballero entraña el dominio de siete virtudes, tres teológicas (fe, esperanza y caridad) y cuatro cardenales (justicia, fortaleza, prudencia y templanza). Finalmente señala que todo noble Caballero debe ser honrado por Reyes y Señores ante el resto de los hombres, entre los propios Caballeros y por el resto de la gente, pues el Caballero debe ser amado por ser bueno, debe ser temido por ser fuerte y debe ser alabado por sus buenos hechos [5].
La figura de la personalidad masculina medieval terminó por representarse en la imagen del Caballero Cristiano, el Caballero perfecto, figura iconográfica que gozó de gran reputación en la Edad Media, no obstante no estuvieron exentos de cometer actos inmorales, que hacía necesaria la configuración de un credo caballeresco basado en la lealtad, el honor y el cultivo de las virtudes.
Fue en el marco de las Cruzadas, cuando la imagen del Caballero como soldado de Cristo revaloriza la naturaleza de la actividad bélica, sumando al Caballero una cualidad de rango espiritual de la que antes no gozaba el simple caballero[6].
El libro de la Orden de Caballería, fue una de las obras en su género más leídas y traducidas en la Edad Media, es un tratado sobre la formación moral del Caballero que pretendió precisar los principios de la Caballería y el proceso para la elección, formación, cultivo y reconocimiento del Escudero y del Caballero, todo ello en apego a la religiosidad cristiana y conforme al estilo de la Caballería de Cataluña.
Se inscribe como una propuesta para solucionar los problemas de desempeño moral del Caballero, así como regular la Caballería como institución.
Se inscribe como una propuesta para solucionar los problemas de desempeño moral del Caballero, así como regular la Caballería como institución.
Fuente:
Blog Medievalias
Héctor Hidalgo Lara
14 de marzo de 2012
14 de marzo de 2012
Bibliografía
Higuera-Rubio, José, "Introducción" en Llull, Ramón, Libro de los correlativos, [Trad., Introd., y Notas José Higuera Rubio], Trotta, Madrid, 2008, pp. 93.
Llull, Ramón, Libro de la Orden de Caballería, [Traducido al Castellano del Lemosino], Editorial Teorema, Barcelona, |985, pp. 78.
Vallejo-Naranjo, Carmen, Lo caballeresco en la iconografía cristiana medieval, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas UNAM, vol. XXX, Núm. 93, 2008, p. 33-67.
[1] Higuera-Rubio, José, "Introducción" en Llull, Ramón, Libro de los correlativos, [Trad., Introd., y Notas José Higuera Rubio], Trotta, Madrid, 2008, pp. 22-24.
[2] Llull, Ramón, Libro de la Orden de Caballería, [Traducido al Castellano del Lemosino], Editorial Teorema, Barcelona, |985, pp. 78.
[3] Ibid, pp. 9-11.
[4] Ibid, p. 30.
[5] Ibid, p. 70.
[6] Vallejo-Naranjo, Carmen, Lo caballeresco en la iconografía cristiana medieval, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas UNAM, vol. XXX, Núm. 93, 2008, p. 35
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