lunes, 10 de febrero de 2020

Prólogo N°2 | Conversaciones en el Claustro | Eduardo R. Callaey & Ramón Martí Blanco



Masoneria Cristiana

Eduardo R. Callaey
Ramón Martí Blanco

CONVERSACIONES
EN EL CLAUSTRO
sobre el Régimen Escocés Rectificado
y la masonería cristiana

SERIE ROJA
[AUTORES CONTEMPORÁNEOS]

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SERIE ROJA (Autores contemporáneos)
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© 2016 Eduardo R. Callaey y Ramón Martí Blanco
© 2016 EntreAcacias, S.L. (de la edición)
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1a edición: febrero, 2016
ISBN (edición impresa): 978-84-945046-4-8
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Prólogo II


Como bien dice mi compañero de charla, el presente librito tiene una larga historia, cuyo resultado aparentemente casual, en realidad no lo es tanto y todo termina tomando finalmente sentido e intención.

La idea de plasmar por escrito el resumen de ciertos intercambios sobre la masonería y tradición cristianas tenidos con Eduardo, me vino recordando la lectura de otro libro y la estructura y escenario que su autor imaginó para que se llevaran a cabo una serie de discusiones y diálogos entre tres interlocutores: un supuesto conde y un par de personajes más. Me estoy refiriendo al libro “Las veladas de San Petersburgo, o coloquios sobre el gobierno temporal de la Providencia” de Joseph de Maistre, libro editado por la desaparecida editorial Espasa Calpe en 1966, que pude adquirir en una librería de segunda mano.

En dicha obra, que Joseph de Maistre (1753-1821, autor que se alzó contra la que consideraba la “teofobia del pensamiento moderno”, al haberse desprovisto de toda referencia a la Providencia divina como elemento explicativo de los fenómenos de la naturaleza y la sociedad) escribió a raíz de su estancia en Rusia como embajador del rey Víctor Manuel I de Saboya entre 1803 y 1817 ante la corte del Zar en San Petersburgo, reproduciendo unos imaginarios coloquios tenidos junto a la orilla del rio Nevá durante la apacible época del verano ruso, entre el personaje de un conde (el mismo de Maistre) y otros dos más, tratando del bien y el mal, del dualismo, la depravación de la naturaleza y el origen del mal.

Sin entrar a valorar aquí el pensamiento maistreniano ni mi conformidad o no con el mismo, sí que encontré ciertos paralelismos con nuestra sociedad actual y la distancia que la misma no ha dejado de tomar respecto al pensamiento tradicional, entendido este no en su vertiente costumbrista sino en la suya primordial y atemporal al margen de tiempos y épocas al estar relacionado con la esencia misma del ser humano.

Por otra parte, mi conocimiento de Eduardo R. Callaey (conocerlo por así decir, lo conocí por internet, a causa de nuestras mutuas inquietudes masónicas), me vino tras la lectura de su obra “Ordo Laicorum ab Monacorum Ordine” (2004), que es un estudio sobre la relación habida entre la Orden benedictina y los primeros constructores, en virtud de la cual la Orden de los monjes del hábito negro habría dado un sentido trascendente y religioso a lo que hasta entonces habían sido unas meras técnicas de construcción, estableciendo por consiguiente una relación directa entre aquellos monjes (Beda el Venerable, Walafrid Strabon, Rabano Mauro) y la primera masonería especulativa. El descubrir la coincidencia entre los estudios e inquietudes de Callaey y mi pertenencia y defensa de una masonería cristiana y caballeresca como la que supone la del Régimen Escocés Rectificado, llevó a un masón argentino –de largo recorrido- que desconocía este sistema masónico, por otra parte erudito clave en Latinoamérica sobre el estudio de los orígenes cristianos de la masonería, a interesarse por el Rito Escocés Rectificado y ponerse al servicio del mismo, con el fin de implantarlo en la América de habla hispana.

A la vista de los intereses mutuos y coincidencia de miras, pronto llegaron los desplazamientos a Barcelona que propiciarían el conocimiento personal entre ambos y afianzaría una amistad fraternal que todavía perdura (que Dios mediante espero continúe haciéndolo por muchos años), y que llevaron a una estrecha colaboración con el fin de permitir la implantación del R.E.R. en Hispanoamérica con todas las garantías. Estas visitas me permitieron conocer a un hombre vivamente interesado por el ideal caballeresco, noción tan alejada de su pampa argentina y de la que parece recargarse al pisar suelo europeo, al recordar quizá su inconsciente familiar los orígenes flamencos, lo que de algún modo lo hace sentirse con un pie a cada lado del Atlántico, y que cuando esté aquí, añore de algún modo allí y viceversa.

No voy a hacer aquí de hagiógrafo de Eduardo, entre otras cosas porque no es un personaje del pasado, sino que le quedan todavía muchas páginas por escribir, y muchas cosas que hacer en el futuro por el bien del Régimen Escocés Rectificado y la pervivencia de una masonería auténticamente cristiana, pero con las visitas a Barcelona vino inevitablemente también el turismo, y vistos también los gustos e intereses mutuos, la visita a diversos monumentos, iglesias, catedrales y monasterios. Fruto de estas visitas turísticas fue la toma de contacto con la iglesia de Sant Pau del Camp, antiguo monasterio benedictino construido en el año 911 -aunque los primeros documentos encontrados que hablan del mismo sean del año 977-, auténtica joya del arte románico de estilo lombardo, inmerso y rodeado de edificaciones en el popular barrio del Raval en Barcelona.

Personalmente para mí, el antiguo monasterio tiene un especial significado pues además de ser mi actual iglesia parroquial, me resulta de particular emotividad al haber celebrado allí, bautizos, matrimonios y otras conmemoraciones religiosas familiares que afortunadamente para nosotros se han podido llevar a cabo en un marco incomparable.

Esta iglesia, dispone como por otra parte todo antiguo monasterio, de un precioso claustro, de reducidas dimensiones –a lo largo de su historia nunca llegó a alojar más de 17 monjes- pero de gran belleza y con unos arcos cuya singularidad lo hace único en toda Europa. La peculiar construcción del claustro, hace que encontrándose uno en su interior no perciba el ruido de la calle adyacente por la que continúan circulando vehículos y se mueve la gente, al igual que tampoco se oigan los niños jugando en el patio durante el recreo del colegio de primaria contiguo. El silencio prevalece, solo el sonido de las propias pisadas sobre las losas de piedra del claustro milenario. Todo parece llevar a la sosegada reflexión lejos de los ruidos del mundo.

Es pues la suma de todos estos distintos elementos –aparentemente sin relación directa entre ellos- que un buen día, ante la necesidad de producir unos textos en lengua castellana que sirvieran de materia de reflexión para miembros y no miembros todavía pero interesados sobre el Régimen Escocés Rectificado, que aquello que hasta entonces aparecía inconexo tomó cuerpo en las CONVERSACIONES EN EL CLAUSTRO, suma del esquema del libro “Las veladas de San Petersburgo”, de la aportación benedictina a la historia de la masonería operativa y del propio interés de Eduardo Callaey por la Orden Rectificada, y del claustro románico de Sant Pau del Camp, cuyo silencio había escuchado nuestros primeros intercambios y reflexiones sobre la masonería cristiana y la Orden Rectificada, tomando forma la idea de reproducir una hipotética escena en la que un Novicio o joven masón planteaba sus inquietudes y preguntas a un Hermano de mayor experiencia.

Así fue como surgieron las “Conversaciones en el Claustro” publicándose inicialmente únicamente en el sitio oficial del Gran Priorato de Hispania en internet: www.rectificado.info de manera separada (de ahí que lleven un número romano para distinguirlas) de modo sucesivo y con intervalos de meses entre la aparición de una y otra, siendo ahora cuando decidimos publicarlo en forma de libro. De ahí la poca presencia de notas (salvo en la V Conversa) al ser textos pensados para ser leídos en la pantalla de un ordenador.

Por otro lado, he de decir que la publicación del presente libro me llena de gran alegría pues me brinda la oportunidad de compartir pluma y papel con un autor de renombre en la materia como es Eduardo R. Callaey, muy admirado por mí por sus estudios y trabajos, lo cual resulta para mí todo un honor y me trae a la memoria largas y placenteras conversas tenidas en sus estadías por esta vieja Europa, tratando de los temas que tanto nos apasionan.

Finalmente, espero que esta publicación sea de provecho y cumpla la función para la que fue concebida, que no es otra que la instrucción, toma de conciencia y reflexión de los posibles lectores interesados. Retener la atención del lector y moverlo a reflexión puede ser el mejor premio a nuestro trabajo.

Ramón Martí Blanco

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Ramón Martí Blanco

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