martes, 9 de abril de 2019

Las Dos Naturalezas de Jesucristo | Orígenes de Alejandría

Masonería Cristiana



Tratado de los principios, 
libro 2, cap. 6,2; 
PG 11, 210-211



Masonería Cristiana

Orígenes de Alejandría
184 - 254



Encontramos en Cristo rasgos tan humanos que en nada se distinguen de nuestra común debilidad como mortales, y al mismo tiempo, unos rasgos tan divinos que sólo se adecuan a la soberana e inefable naturaleza divina. Ante esta realidad, la inteligencia humana, tan estrecha, queda tan admirada que no sabe a qué atenerse ni qué dirección tomar. 

En Cristo percibe a Dios, y sin embargo, le ve morir. Cree que es un hombre, y he aquí que vuelve de entre los muertos, con su botín de victoria, después de haber destruido el imperio de la muerte. Por eso nuestra contemplación debe hacerse con tal reverencia y temor que considere en la misma persona de Jesús la verdad de dos naturalezas, evitando atribuir a la inefable esencia divina cosas que son indignas de la misma o que no le son propias, pero evitando también ver, en los acontecimientos de la historia, tan sólo apariencias ilusorias.

Verdaderamente, es difícil hacer escuchar tales cosas a oídos humanos, intentar expresarlas con palabras que sobrepasan ampliamente nuestras fuerzas, nuestro talento y nuestro lenguaje. Pienso que todo ellos incluso sobrepasa el alcance de los apóstoles. Más aún, creo que la explicación de este misterio, probablemente trasciende incluso a todo el orden de las fuerzas angélicas.

Jesús es Dios en carne humana (En estado de Pureza, sin mácula). El no es mitad Dios y mitad hombre. El es completamente divino y completamente humano. Esto quiere decir que Jesús tiene dos naturalezas: divina y humana. Jesús es la Palabra (verbo) que era Dios y estaba con Dios y que fue hecho carne. (Juan 1:1,14). 

Esto significa que el la misma persona de Jesús existen una naturaleza humana y una naturaleza divina. La naturaleza divina no fue cambiada. No fue alterada. El no es meramente un hombre quien tenía a Dios adentro” ni un hombre quién manifestaba el principio de Dios”. 

El es Dios, la Segunda persona de la Trinidad. “El Hijo es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:30), las dos naturalezas de Jesús no están mezcladas juntas”, ni están combinadas en una nueva naturaleza Dios-hombre. Están separadas pero funcionan como una unidad en la persona de Jesús. Esto es llamado La Unión Hipostática.

La doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431

««...habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona, la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre ÉL el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se somatizó a nacimiento carnal... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen»»


El Concilio de Calcedonia en el año 451 D.C. declaró:

««Ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Hebr. 4, 15); engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo...»»

La Trinidad

La Trinidad es la enseñanza que habla de la existencia de un solo Dios el cual existe en tres personas simultáneas y eternas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Por “persona” se quiere decir las características de conciencia propia, del expresarse, del tener una voluntad, de las emociones de cada persona en particular, etc. Por lo tanto, en la Trinidad existen tres personas. El Padre no es la misma persona que el Hijo; el Hijo tampoco es la misma persona que el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo no es la misma persona que el Padre y el Hijo. Tampoco son tres dioses ni tres seres separados. Ellos son tres personas distintas; sin embargo, los tres forman al único y verdadero Dios. Están en perfecta y absoluta armonía consistente de una sustancia. Ellos juntamente, son eternos, igual y poderosos. Si alguno de ellos fuera quitado, no existiría Dios.

La Unión Hipostática

La Unión Hipostática es la enseñanza de que la Palabra de Dios se convirtió en carne y a Él lo llamamos Jesús. Por lo tanto, Jesús es Dios en carne humana. Él no es mitad Dios y mitad hombre. Él es completamente divino y totalmente humano; esto es, Jesús tiene dos naturalezas distintas: la divina y la humana. La Escritura dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios…14 y la Palabra se convirtió en carne, y habitó entre nosotros…” (Juan 1:1, 14). Esto significa que la palabra divina convertida en carne en la sola persona de Jesús habita tanto lo divino como lo humano. La naturaleza divina no ha cambiado ni tampoco fue alterada en esta unión; más bien, la naturaleza santa y divina de la Palabra se mantuvo como es.

Aún más, Jesús no es simplemente un hombre que “tuvo a Dios dentro de Él”, ni tampoco es un hombre que “manifestó el principio de Dios.” Él es la segunda persona de la Trinidad: “…el cual [el Hijo] siendo el resplandor de su gloria [la de Dios] y la imagen misma de su sustancia [la de Dios], y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…” (He 1:3). Las dos naturalezas de Jesús no están “juntamente mezcladas”, ni tampoco están combinadas en una nueva naturaleza Dios-hombre. Estas dos naturalezas, aunque separadas, actúan en unidad en la sola persona de Jesús. Esto es lo que se conoce como la Unión Hipostática.

En la encarnación Jesús también fue hecho algo menor que los ángeles (He 2:9) y bajo la Ley. (Gá 4:4). Esto significa que Jesús participó de las limitaciones de ser realmente un hombre (Fil 2:5-8) y como hombre exhibió las restricciones propias de Su humanidad tales como el crecer en estatura, el comer, el crecer en sabiduría, etc., lo cual se esperaría que hiciera un ser humano.

El Communicatio Idiomatum

El Communicatio Idiomatum (del Latín para “comunicación de propiedades”) enseña que los atributos tanto de las naturalezas divina y humana están confirmados en la sola persona de Jesús. Esto significa que la persona de Jesús podría legalmente clamar para Sí Mismo los atributos tanto divinos como humanos de su naturaleza. Por lo tanto, Él podría decir que tuvo la misma gloria que el Padre antes de que el mundo fuera hecho (Juan 17:5); que descendió del cielo (Juan 3:13) y clamar Su omnipresencia (Mt 28:20); aún así, Jesús, el hombre, empezó Su existencia en la tierra cuando fue concebido en el vientre de María.

Es de vital importancia mirar la expiación. El sacrificio de Jesús en naturaleza fue divino así como también humano. Aún cuando Jesús murió, sabemos que Dios no puede morir. Así que si la naturaleza divina no murió, ¿cómo se puede decir que el sacrificio de Jesús fue divino en naturaleza? La respuesta es que tanto los atributos de Su divinidad como los de Su humanidad, fueron atribuidos a la persona de Jesús.


En tanto, se concluye que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
Tim. 2:5

Yo y el Padre uno somos
Juan 10:30-33







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