domingo, 2 de mayo de 2021

CAMINOS DEL CRISTIANISMO El Místico y el Iniciado / Pascal Gambirasio d’Asseux

 


                                                                                    https://es.wikipedia.org/wiki/Cristiandad


Pascal Gambirasio d’Asseux

CAMINOS

DEL

CRISTIANISMO

El Místico y el Iniciado

Traducción:

RAMÓN MARTÍ BLANCO


Una realización espiritual bajo dos modalidades, no según dos naturalezas

1ra Parte

Es imperioso cercar adecuadamente este punto ya que no sabríamos cómo ser lo bastante precisos e intransigentes sobre esta realidad que constituye la clave que permite captar lo que es, y por el contrario lo que no es, la vía iniciática en el Misterio cristiano.

Antes que nada, es necesario explicitar primero lo que significa el término de esoterismo aplicado en seno del Cristianismo: como ya hemos dicho, una modalidad de entendimiento y desarrollo de la interiorización de la Palabra del Señor para ciertos conocimientos metafísicos enseñados y puestos en acción en una pedagogía aplicada.

Pero, de ninguna de las maneras, una temática distinta, ni a fortiori opuesta, a las verdades de la fe expresadas por el Credo.

Es por lo que, a este respecto, hemos precisado al comienzo de este texto que no hay una diferencia radical entre la vía iniciática y la vía mística sino solamente una distinción de modus operandi: en general, la vía mística estando menos normalizada y balizada (por usar términos familiares) que la vía iniciática, lo que conviene matizar por la existencia de diversos tratados y libros escritos por grandes místicos (principalmente monjes y monjas pero no únicamente) del Occidente y del Oriente cristianos.

Esta es, por otra parte, la razón por la que estimamos justo afirmar que en el seno de la revelación cristiana se trata de una sola y misma vía en la que uno de los aspectos o modos (la vía calificada de mística) es la de comenzar en aquellos que la viven por los efectos de la gracia santificante, cuyo crecimiento en el ser, son justamente el objeto de las obras de los místicos anteriormente citados.

Mientras que el otro aspecto (la vía calificada de iniciática) se caracteriza en primer lugar por un aprendizaje de conocimientos de orden metafísico y, así pues, teológicos en una progresión mental y simbólica (en el sentido pleno del término y no en el sentido moderno de virtual, luego de no efectivo) que debe ayudar y conducir a la realización de lo que se acostumbra a llamar hoy el despertar espiritual y, en consecuencia, a la recepción y fortificación de las gracias santificantes citadas anteriormente.

Pero este modo iniciático, no temámoslo de repetirlo ya que se trata del corazón de la revelación cristiana, sólo puede seguirse “cristianamente” que a la luz del carácter y gracias de los sacramentos; de inscribirse en ellos subordinadamente.

Señalémoslo de nuevo, en el cristianismo, entre lo que es llamado exoterismo y esoterismo, no existe una diferencia de naturaleza, una distinción radical, sino únicamente la toma en cuenta de la diferencia de grados en el deseo espiritual de los bautizados y la entrada en corolario en el seno de los Misterios de Cristo y del Reino de los Cielos.

En el seno de este esoterismo o interioridad, no existe pues una diferencia de naturaleza sino simplemente de modalidades, según se viva en la vía mística o iniciática, según la tipología, forzosamente reductora, luego inadaptada en el seno del cristianismo, con la cual se lo continúa calificándolo.

Finalmente, en lo que concierne a la santidad, estos dos modos o vías de interioridad conducen ambos a este estado para el que no existe tampoco diferencia de naturaleza sino, aquí también, únicamente de grados.

Respecto a esta realidad, única en relación a las otras tradiciones espirituales de la humanidad, ¿cómo creer y sostener que el Cristianismo “tan solo es una” espiritualidad más entre otras; aserción que obedece al esquema común que define y estructura a estas últimas -como sostiene en particular René Guénon 42-, y puede pues someterse al principio de relatividad predicado hoy con vehemencia por algunos? Tendremos la ocasión de volver a hablar sobre ello más adelante.

Guénon afirma, por añadidura, que el Cristianismo era una vía iniciática en su origen, pero que se ha “exoterizado” algunos siglos más tarde, sin dar mayores explicaciones sobre las modalidades de esta exoterización (cf nota 121).

Como venimos de constatar, por bien que este análisis sea erróneo tanto en el fondo como en su formulación (sin contar que Guénon no explica si esta iniciación surge, a su juicio, del Judaísmo o de otra tradición), no está totalmente exento de verdad bajo un cierto ángulo, ya que, si el Cristianismo no es una vía iniciática en el sentido separador en que lo entiende Guénon según el esquema que él plantea, no es menos cierto, como acabamos de indicar, que la plenitud de su naturaleza, en que cada uno es llamado a alcanzarla si tiene verdadero deseo y la cualificación espiritual requerida, se revela esôterikós: dicho de otro modo, revelación del íntimo de Dios al íntimo del hombre.

Es preciso entender bien este término y así pues, la naturaleza única de la Buena Nueva: en este caso, traduce la última revelación de lo más íntimo de él mismo que Dios puede ofrecer al hombre por la Encarnación y la Pasión del Verbo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, fundamento de la nueva y Eterna Alianza que sella la unión con él de esta vida terrestre por los sacramentos, en primera línea de los cuales, la eucaristía, principio de la Vida eterna por la adopción filial en la Vida trinitaria.

Todo es dado en el seno de la revelación cristiana que es una, sin distinción de naturaleza en ella, sin separación de vías ni sobre todo de personas humanas más allá de la propia medida en el amor de Dios y su deseo de conocerle en lo más íntimo: en los más “esotérico”.

En efecto, la Palabra del Señor no se revela en plenitud, a imitación de las parábolas que utiliza, solamente a aquellos que tienen ojos para ver y oídos para “descifrar”, según sea el grado de apertura de la puerta de su alma y de su corazón a Dios: dicho de otro modo, de acuerdo a la amplitud de su deseo y de su entendimiento, en el sentido pleno del término.


Notas:

42 René Guénon (1886-1951), el conjunto de su obra, aunque notable en cuanto al descifrado de los errores y mentidas del mundo moderno, expone un plan doctrinal que no puede aplicarse al Cristianismo. Por razones que ignoramos, aunque nacido cristiano, no ha sabido captar la Persona divina de Jesucristo y así pues, la radical novedad evangélica que sitúa la revelación cristiana fuera de la economía (en el sentido griego de organización) encontrada en todas las otras tradiciones espirituales, o más bien que las trasciende. Se ha apartado muy pronto del cristianismo para inscribirse en el marco del Hinduismo y del Taoísmo, adoptando finalmente en el Cairo, donde pasará la segunda parte de su vida, la forma religiosa del Islam, en particular en su vía interior del Sufismo.


Acerca del Autor

Pascal Gambirasio d'Asseux

Pascal Gambirasio d'Asseux nació en París en 1951. Abogado, se ha dedicado también a la espiritualidad cristiana. Escritor, conferenciante (invitado de France Culture y de Radio Chrétienne Francophone), ha publicado varios libros -que ahora son referencias reconocidas- sobre la dimensión espiritual de la caballería y la heráldica o la ciencia del escudo de armas, sobre la naturaleza cristiana de la realeza francesa y del rey de Francia, así como sobre el camino cristiano de la iniciación como camino de interioridad y de encuentro con Dios: iniciático, de hecho, lejos de las interpretaciones desviadas que han distorsionado su significado desde al menos el siglo XIX, significa al mismo tiempo origen, inicio e interiorización del proceso espiritual para que, como enseña San Anastasio Sinaí, "Dios haga del hombre su hogar". De este modo, quiere contribuir al (re)descubrimiento de esta dimensión dentro del Misterio cristiano, olvidada o incluso rechazada por unos porque está desfigurada por otros.






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